"Junto con Jesús caminaban unos cuantos discípulos (varones y mujeres) que le acompañaban en sus predicaciones, eran testigos de sus milagros, lo veían rezar… Entre ellos se destacaba el grupo de los 12 Apóstoles que fueron los elegidos por el Maestro desde el principio.
Estos 12 fueron los que Jesús quiso preparar de manera particular. A ellos confió el don del sacerdocio y la Eucaristía en la Última Cena que, junto al Mandamiento Nuevo del amor, será el signo distintivo de los seguidores de Jesús. Ellos fueron testigos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Ellos recibieron el mandato de Jesús Resucitado: “Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Noticia” (Mt 28).
Nos cuenta el Evangelio de San Lucas que en una oportunidad una multitud estaba siguiendo a Jesús mientras se encaminaba a Jerusalén. Y no alcanzaba con los 12. Les dijo: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos” (Lc 10, 2). Y entonces “eligió a 72 discípulos y los envió….”.
Alguno habrá pensado que aquello era una improvisación. Pero hay una enseñanza que no podemos pasar por alto. Entre esos llamados con cierta urgencia hubo quienes pudieron presentar sus excusas “válidas”: yo hace mucho que no piso la Sinagoga, yo no estoy bien casado, yo no sé leer, yo no soy de rezar mucho, etcétera, etcétera. Pero lo que había que anunciar era muy simple: “El Reino de Dios está cerca de ustedes” (Lc 10, 9).
Y los 72 fueron a cumplir con el encargo de Jesús.
A veces hoy pensamos que la misión de la Iglesia es algo reducido a un grupo de “gente selecta”, como si no pudiera misionar gente del montón. Y no es así. En el bautismo todos recibimos el mismo Espíritu Santo, y es gracias al Espíritu que la Iglesia es misionera. Sacerdotes, obispos, catequistas, diáconos, consagradas… Todos estamos llamados a ser discípulos misioneros de Jesucristo por el bautismo recibido.
El Papa Francisco nos ha convocado en este mes de octubre a dedicarlo de modo privilegiado a recrearla misión de la Iglesia católica en todo el mundo. Y el lema que nos propone es “Bautizados y Enviados”, justamente para que no pensemos que los convocados a misionar son los más preparados, leídos o capacitados durante largos estudios.
Cada uno en su casa, en su lugar de trabajo o estudio, entre sus vecinos, puede dar testimonio de la Buena Noticia de Jesús.
Te pido especialmente en estas próximas semanas seguir de cerca el desarrollo del Sínodo de los obispos en Roma sobre la Amazonía. Junto con Francisco van a dialogar, estudiar, escuchar los diversos desafíos que se nos presentan a la Iglesia y a la humanidad. Acompañemos con la Oración.
Este fin de semana son miles los peregrinos que van a llegar caminando hasta el santuario de la Virgen de Luján. Sabemos que la peregrinación es una metáfora de la vida misma: en marcha aunque duela, juntos dándonos aliento, conociendo personas, carismas, actitudes, en servicio pleno a los demás y ofreciendo nuestro “cansancio que a otros descansa”, como dice la canción. La Madre de Luján espera con ternura que sus hijos la abracen. Esta Peregrinación que nació en 1975 (yo caminé aquella primera vez siendo muy joven) este año tiene como lema un deseo que (creo) compartimos todos los argentinos: “Madre, ayudanos a unirnos como Pueblo”. Que así sea".