La noche quedó marcada en la memoria de los sanjuaninos como el momento en el que ocurrió el fatídico terremoto del 15 de enero de 1944, la mayor tragedia natural que ha sufrido nuestra provincia por la destrucción y la enorme cantidad de muertos. En 1952, no a las 20.52 hs. sino a las 22.31 hs., otro terremoto volvió a sacudir con fuerza la tierra, esta vez en la que se conoce como "falla de La Rinconada", en el departamento Pocito.
Ocurrió el 11 de junio de 1952 y el horror volvió a resurgir. El sismo fue sólo a 12 km. de profundidad y alcanzó una magnitud de 6.8º. En la escala Mercalli, la intensidad con la que se sintió fue tremenda: se ubicó en VIII, entre los valores más altos de la medición. Fue un movimiento ondulatorio y se extendió por largo minuto y medio.
El epicentro, esta vez, afectó a los departamentos Pocito, Zonda y Ullum, generando importantes daños en las localidades de El Abanico, Villa Aberastain y La Rinconada en Pocito; también en Carpintería y en Zonda, señalan los registros de INPRES (Instituto Nacional de Prevención Sísmica). De acuerdo a las crónicas periodísticas de la época, no llovió como en 1944 pero sí aseguraban que se habían visto luces en la zona de los cerros que rodean a Pocito y escuchado fuertes bramidos "como que se abría la tierra".
Los sobrevivientes del terremoto de 1944 quedaron muy afectados ya que eran muchas a esta altura las coincidencias con aquella tragedia. En la oscuridad y tranquilidad de la noche, se desplomaron las casas mayormente de adobe y que habían sido levantadas tras ese terremoto o que, de alguna forma, algunas paredes habían resistido al cruel sismo.
Otra vez el país miraba a San Juan por la tragedia y en la que, nuevamente, las familias acampaban a la intemperie por no tener adónde ir o por miedo a los derrumbes. Con sólo lo puesto, aguardaban que la tierra dejara de reacomodarse con la seguidilla de fuertes réplicas que abarcaron dos días. A diferencia del ´44, sólo hubo dos muertos aunque los heridos se contaban por decenas en el Hospital Rawson que pudo responder a toda esa demanda.
Parte de ello se debió a que había comenzado la Reconstrucción de la provincia en materia de viviendas, con un renovado Código de edificación, pero no se logró abarcar las zonas más rurales. Por ello, otra vez las casonas de adobe que no sabían de normas antisísmicas albergaban a las familias y fueron presa fácil del violento temblor.
En una gala solidaria en Buenos Aires para ayudar a los afectados por el terremoto de 1944 se habían conocido Juan Domingo Perón y Eva Duarte y a 1952, el general ya era presidente y ella, se fortalecía como Evita. Por ello, desde Nación llegaron equipos técnicos y asistencia para que la provincia diera pasos firmes hacia las construcciones antisísmicas para hacer frente a la siempre inesperada furia de los terremotos. Algo que, otra vez, nunca se dio por completo.
Capítulo aparte merece la conocida "falla de La Rinconada" donde se registró la actividad sísmica: desde ese entonces no volvió a tener actividad semejante.