Historia

Isabel, la mamá a la que le asesinaron el marido y debió enfrentar otros dos duros desafíos en la vida

Isabel Gómez sufrió el crimen de su esposo Ángel Soria y desde su partida se dedicó a criar a sus hijos y ser el pilar de la casa. Hace unos años sufrió la pérdida de su casa con un incendio y luego la muerte de su hijo.
viernes, 18 de octubre de 2019 09:52
viernes, 18 de octubre de 2019 09:52

Isabel Gómez tiene 66 años, 3 hijos y 5 nietas. Es jubilada docente, estudia inglés y practica yoga. Vive con su familia en Chimbas. Tiene una historia de vida, que habla de la valentía que adquirió para enfrentar  hasta la muerte. El esposo de Isabel, José Ángel Soria, era  policía y fue asesinado por una banda de ladrones. Fue arrojado al río y nunca encontraron su cuerpo. Esto sucedió en 1988 y por el crimen hubo culpables pero ella nunca pudo tener un lugar para despedirlo.

“Con 34 años quedé sola con mis hijos y fui asimilando de a poco lo sucedido con mi marido. Su muerte y no tener una tumba causó mucho dolor. A mis hijos les expliqué que lo importante era el alma, lo que dejó y lo que hizo”, relató Isabel

Trabajó como agente de policía, por un tiempo. Tuvo cargo de maestra suplente y luego titularizó. Esto le permitió dar estudio a sus hijos y sostener el hogar. Dedicó años a la docencia hasta que se jubiló.

“La desaparición de mi esposo marcó nuestras vidas. En ese momento fue muy importante la ayuda de mi familia, tanto económicamente como espiritualmente. Fueron mi pilar. Eso ayudó para que de a poco fuera curando mi dolor”, expresó Isabel.

Tratando de continuar con su vida y abocada a su trabajo y al cuidado de sus hijos, debió poner a prueba nuevamente su fortaleza en el año 2000. Aquel año se incendió parte de su casa, tras un corto circuito en un dormitorio. “Mi nieta gritó y eso nos alertó. Recibimos ayuda pero hasta que se arreglaron los daños, nos fuimos a casa de   mis padres”, contó Isabel.

Pero todavía faltaba experimentar otro dolor tan profundo o más que el de la muerte de su esposo y en este relato Isabel se quiebra y con lágrimas en los ojos recuerda: “hace tres años  falleció mi hijo, el menor de los varones. Por causa de una aneurisma. Fue angustiante y muy doloroso despedir a mi hijo”.

Su historia de vida es fuerte, conmovedora, con mucho dolor.  Pero  sus palabras trasmiten  esperanza, ganas de vivir, de luchar.
“De todo se puede salir, solo hay que tener paciencia y mucha fe en Dios. De cada dolor se debe sacar un conocimiento. Eso me permite vivir en paz, tranquila, con muchos proyectos personales, disfrutando mi familia. La muerte me enseñó a honrar la vida”, finalizó.
 

 

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