Opinión

Lozano, tras el No al aborto legal: "siguen las deudas pendientes"

El arzobispo de San Juan de Cuyo se refirió al después de la votación en el Senado, que rechazó la legalización y despenalización del aborto.
domingo, 12 de agosto de 2018 08:42
domingo, 12 de agosto de 2018 08:42

Jorge Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo y miembro de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, dedicó su columna semanal a reflexionar sobre el después del rechazo del Senado a la legalización y despenalización del aborto.

Este es su mensaje completo:

"Hemos vivido los últimos días un ritmo exigente y con desgaste en varios frentes. Estuvo cargada de sentimientos de angustia, de esperanzas, de enojos, broncas, desilusiones, alegrías…

Un amigo me decía “no veo la hora en la que se vote en el Senado”. No le entendí del todo bien las razones. Su tono de voz expresaba un tanto de cansancio por tanta superficialidad en algunas voces, y el deseo de plantear otros temas de preocupación común a todos.

Concluyó la votación en el Senado de la Nación. Pero siguen las deudas pendientes que reclamaron nuestra atención en estos meses en la agenda social y mediática, pero que ya estaban en las preocupaciones de muchos. No quisiera que demos vuelta la página olvidando planteos de fondo.

Reconozcamos que muchas veces estamos llegando tarde. Nos encontramos desbordados por no haber trabajado en educación y prevención para no enfrentarnos con embarazos no deseados. Tampoco estamos como sociedad dando respuesta a las adolescentes y jóvenes que quedan embarazadas debido al abuso sexual y violación en su propio hogar.

Pienso, además, en las mujeres solas, abandonadas, que tienen que llevar adelante su vida y la de su hijo que crece en el vientre. A veces cuestionadas por su propia familia, sus amigos, sus jefes en el trabajo. La sociedad que las ningunea y que les impulsa a ir en contra de sus instintos maternales y sus deseos. Soledad y abandono que implican angustia, deseos de volver el tiempo unas pocas semanas atrás y no haber tenido esa relación que produjo el embarazo, o plantearse la vida de modo distinto. Pero eso no es posible.

La situación les empuja a abortar. Pero aún así no es cierto que se encuentren en un callejón cuya única salida sea claudicar la maternidad. Muchas mujeres que siguieron adelante con su embarazo han encontrado al poco tiempo felicidad acariciando su panza con la vida pequeña creciendo, pariendo su hijo, dándole ternura y calor, viéndole crecer. No todo ha sido idílico y dulce. Pero la vida nueva se va abriendo camino y encontrando otros de felicidad plena de sentido.

Recuerdo también las referencias que se hicieron al sistema de salud colapsado, lo cual hacía ver que muchas mujeres llegan al parto sin los estudios médicos mínimos, sin la alimentación suficiente, en condiciones de despojo de sus derechos a la vida digna. A veces el Hospital o la sala de salud quedan muy lejos de casa, no hay transporte público que acerque o es inaccesible económicamente.

Hace un tiempo, visitando un barrio muy pobre, una mamá me contó la dificultad que había tenido durante su embarazo: “para pagar el colectivo me gasté casi la mitad del pago de un día de trabajo de mi marido” (entre pasajes y una gaseosa para el otro hijo que no tenía con quién dejar). Tal vez haya exagerado un poco, pero sólo un poco. Lo peor es que al llegar le dijeron que el médico iba martes y viernes, y ella había ido el miércoles.Y algo semejante le sucedió un año después cuando quiso ir a consulta por un dolor en el oído de su niño ya nacido hacía unos meses. Teniendo en cuenta la experiencia anterior se organizó para viajar un martes, pero resultó que ahora el médico va lunes, miércoles y viernes. Para no volverse sin nada se pudo quedar a dormir en casa de una catequista del barrio y realizar la consulta con el profesional al día siguiente. Le dio unas gotas para el oído y le recetó un antibiótico del cual tenía solamente tres pastillas para darle; las otras tenía que comprarlas.

A esto sumemos los edificios hospitalarios obsoletos en diversos lugares del país, y otros inaugurados con fachadas nuevas pero vacíos de instrumental, camas, insumos; además de personal médico no sólo invisible sino inexistente.

Y cómo no hacer referencia a la necesidad de Educación Sexual Integral que no solamente brinde información sino también valores acerca del amor y la afectividad. No es suficiente una charla en la escuela de vez en cuando. Hace falta un programa articulado que abarque a todos los niveles educativos.

Estos meses han sido en varias ocasiones ríspidos en los debates llegando a etiquetas descalificadoras, agresiones verbales que generaron enojos y rencores entre referentes de espacios diversos, que se trasladaron también a parte de la población, a las familias. Tenemos que cuidarnos mutuamente para no dar lugar a una fractura social. Promovamos el diálogo “policromático”, saliendo de esa lógica binaria-bicolor que nos encorsetó bastante los acercamientos, las conversaciones y el tendido de puentes.

“Se trata ahora de prolongar estos meses de debate y propuestas en la concreción del compromiso social necesario para estar cercanos a toda vida vulnerable. Nos encontramos ante grandes desafíos pastorales para anunciar con más claridad el valor de la vida: la educación sexual responsable, el acompañamiento a los hogares maternales surgidos especialmente en nuestros barrios más humildes para acompañar a mujeres embarazadas en situaciones de vulnerabilidad y la atención a personas que han pasado por el drama del aborto”, indica en uno de sus párrafos el mensaje de la Comisión Ejecutiva de nuestro episcopado del 9 de agosto.

Es tiempo de arremangarnos mucho, de hacernos cada día más servidores en nuestros ambientes, de albergar en nuestro corazón calidez fraterna que se haga obra y abrazo para recibir toda vida como viene. Con la dignidad imprescindible para ser vivida de punta a punta".

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