Juan Jorge "Choclo" Amarfil, es el jefe de cocina del turno mañana en el comedor universitario ubicado en el Plomar. Tiene 18 nietos y 2 bisnietas, y hace 35 años que trabaja preparando los alimentos y platos diarios para los miles de estudiantes que llegan hasta allí.
"Entré de ayudante de cocina, limpiaba el lugar y lavaba los paltos. De a poco fue aprendiendo y me fueron enseñando. Así fui tomando diferentes responsabilidades y con la jubilación de compañeros puse ascender a donde estoy ahora", contó el cocinero a Diario La Provincia.
El equipo de trabajo dentro de la cocina cuenta con 12 personas quienes desde temprano se encargan de comenzar a preparar diferentes planos para los miles de estudiantes que día a día recurren hasta el Palomar, para almorzar.
"Por día preparamos comida para aproximadamente 1200 estudiantes de las diferentes carreras. He llegado a contabilizar 120.000 platos de comida al año, Multiplicado por los 35 años que llevo acá, es mucha comida", contó entre risas Jorge.
En medio de ruidos de ollas, cocinas y platos, la relación con los estudiantes es única. Llegan al mediodía, agarran su bandeja y ahí está él Jorge, con una sonrisa y un chiste para comenzar el almuerzo.
"Todos los que llegan acá me dicen "Choclo", y mis compañeros de cocina también, eso quiere decir que tenemos buenas relaciones y hay cierta confianza, obviamente siempre con respeto. Nosotros damos un servicio que cuando está empezado, lo debemos terminar. Eso hace que nos encontremos siempre al final de la jornada con las mismas caras, y todos esperamos lo mismo, y los chicos la comida", aceptó.
Por otro lado, Enrique Orozco a cargo de la Dirección del Comedor Universitario, contó que también comenzó su carrera cocinando para los estudiantes, y que gracias a concursos y ascensos pudo alcanzar la dirreción del lugar.
"Todos tenemos la espectativa de alcanzar ciertas metas. Nos sentimos muy bien en nuestros lugares, todos sabemos el lugar que nos corresponde pero siempre nos vemos de igual a igual. Creo que la necesidad más grande que tenemos es alcanzar la ansiada estabilidad laboral con un buen cronograma de funciones. Funcionamos bien, pero necesitamos profundizar", confesó Orozco.
Pero el equipo le pone el pecho al calor del fuego y sigue, con la radio prendida y bailando entre los pasillos de la mesada. Todos felices por su trabajo y ansiosos a la llegada de los alumnos, que miran con placer esos deliciosos platos.
Por último, los cocineros, con el corazón puesto en cada preparación, dijeron que "ya no nos imaginamos la vida fuera del comedor. Son Muchos años y sabemos que vamos a terminar acá, entre las ollas y con los chicos".
