Historia

Filomena Noriega, la abogada que supo "apelar" su propia vida

Con altibajos en cuanto a lo económico y emocional, la abogada más conocida en San Juan por llevar casos penales, habló de su historia dejando una lección de superación constante.
domingo, 29 de abril de 2018 16:06
domingo, 29 de abril de 2018 16:06

María Filomena Noriega es una reconocida abogada especializada en la rama penal. Apasionada por su trabajo, desde pequeña la mueve el amor por el derecho y la ayuda por quienes, según ella, viven situaciones que los hace convertirse en personas totalmente diferentes a lo que son.

“Recuerdo que cuando era pequeña, con mis padres y mis 5 hermanos vivíamos una situación económica difícil. Mi papá tenía tierras y varias veces sufrió embargos, pero él siempre respetó mucho a los abogados, iban a casa a embargar y él los recibía muy amable, entonces yo pensaba `mi familia necesita un abogado´”, recordó Filomena, en diálogo con Diario La Provincia.

Así, la chica fue creciendo y junto con ella, también lo hizo su deseo por el derecho. “Cuando salí de la secundaria obviamente quería estudiar abogacía pero acá en la provincia la carrera sólo estaba en la universidad privada, entonces fui y rendí el examen de ingreso en la universidad pública en Mendoza. Rendimos más de 3000 alumnos y pensé que yo no había entrado, hasta que mi hermana mayor se fijó en los resultados y me llamó para avisarme que había entrado. Fue algo que no podía creer”, contó con la expresión de sorpresa que hasta el día de hoy todavía recuerda.

Pero no todo fue mágico y color de rosas, a Filomena le costó el cursado tanto por razones económicas como sentimentales, y eso le ocurrió desde el primer día.

“Cuando me fui me pasó algo muy gracioso. No conocía la ciudad y no sabía dónde estaba el estadio donde se dictaban las clases, porque en aquel entonces la facultad de derecho todavía no tenía edificio propio. Por eso terminé en el zoológico de Mendoza, perdida y llorando. Un trabajador de ahí se ofreció a ayudarme y me llevó a clases en una guanaquera, fue muy gracioso, todos los alumnos llegaban en auto y yo en una camioneta que trasportaba guanacos”, recordó entre risas y divertida.

Así transitó todo su cursado, con altibajos, preocupada por la situación económica de sus padres y la propia también, pero finalmente logró alcanzar su meta tan preciada: recibirse de abogada.

“El día que rendí el último final no les avisé a mi familia porque ya me había pasado que no había aprobado y se quedaron todos con los huevos y las ganas de tirarme. Entonces cuando sí aprobé recién ahí los llamé y tuve que esperarlos dos horas en la facultad hasta que llegaron y ahí sí se armó la fiesta”.

Sin nada más que hacer en la provincia vecina, Filomena volvió a San Juan y comenzó a trabajar en un estudio jurídico, en el cual tuvo que pagar más derecho de piso que ejercer como abogada.

“Estuve mucho tiempo mal ahí, y comencé a tener depresión y a engordar. Hasta que un día dije basta y mi hermana me ofreció alquilarme una pequeña oficina pero solo un mes, lo demás lo tenía que pagar yo. Comencé a entregar tarjetas en los juzgados y tribunales para trámites pequeños, y así fui teniendo mis clientes”, dijo todavía segura de haber tomado aquella decisión.

En todo ese tiempo, la abogada fue mejorando su estado económico pero no así su estado emocional. Su depresión siguió avanzando y junto con ella su sobrepeso.

“Llegué a pesar 120  kilos. Fui mamá y desarrolle todas las enfermedades posibles que surgen a partir de un embarazo en riesgo. Un día jugando a la pelota con mi hijo, no pude respirar más y me caí, en ese momento mi hijo de 3 años me preguntó `¿mamá te vas a morir?´, inmediatamente pensé `por él tengo que cambiar´”, dijo Filomena sin poder controlar su llanto.

A partir de ahí, y de largos esfuerzos y luchas por la aprobación de la cirugía, se sometió a una operación gástrica que la llevó a perder más de 60 kilos.

“Me sacaron una persona de encima, y me convertí en una alguien muy diferente. Ahora estoy más segura de mí y esa seguridad la plasmo en mi trabajo. Me tratan diferente, siento que se me abren otras puertas, mi hijo se siente orgulloso de mí. El otro día en la escuela le dijeron que tiene una mamá linda”, dijo orgullosa, sin poder ocultar una sonrisa.

Su amor por el derecho penal la llevó a especializarse en él, logrando que pueda trabajar con los casos más renombrados de San Juan.

“Siento que las personas, en algún momento de su vida viven situaciones que hacen que se conviertan totalmente. Un asesino, un violador, un ladrón no nace así. Y creo que por sus actos deben pagar en el servicio penitenciario, pero no por eso deben pasar hambre ni estar en mal estado. Eso me parece totalmente inhumano, por eso lucho también por las condiciones de vida”, confesó.

Por último, Filomena Noriega analizó su vida desde el derecho, considerando que su propio caso va por buen camino.

“Mi vida fue complicada, yo empecé realizando una demanda con beneficios de litigar sin gastos. Apelé muchas veces, y siento que estoy en el mejor momento de mi profesión y de mi vida. Procesalmente creo que tengo una apelación favorable a la Corte”, finalizó

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