María Encarnación Ferres, o más conocida como “Nena”, es la encargada de casi todo en la Parroquia de Santa Lucía. Para muchos es la "guardiana" del lugar por el tiempo y dedicación que pone día a día. Es que desde que amanece hasta que cae la noche, ella organiza las actividades, prepara el templo, compra insumos y trabaja para que todo salga bien.
Nena camina apurada por los pasillos de la parroquia, sin evidenciar que ya tiene 83 años de edad. Se frena apurada para hablar con este medio, pues está llegando del centro de comprar unas velas y unos focos que hacían falta para una celebración. Es el mediodía de un sábado, antes había estado preparando el templo para un bautismo, desde las 7 de la mañana, para esta época de las fiestas patronales, el trabajo es mayor aún.
En la parroquia, no hay quien no la conozca, hasta el mismo intendente santaluceño, Marcelo Orrego, le otorgó la distinción de Vecina Ilustre. Además ha recibido dos reconocimientos más por su entrega a la comunidad. “Es muy lindo que a una la reconozcan, es hermoso”, aseguró Nena.
Nena comenzó a colaborar hace 15 años en la Parroquia y de a poco fue haciéndose cargo de más responsabilidades. “Antes no participaba activamente en la vida de la comunidad, solo venía a misa todos los domingos. Ahora estoy encargada de todo mi amor”, expresó con orgullo la mujer. “Empecé jugando, porque pasé un día por la vereda de la parroquia y la vi sucia, pasé al otro día y seguía sucia, entonces me puse a limpiar y al tercer o cuarto día, le dije al padre: 'mire yo me he atrevido a hacer esto. Si a usted no le molesta y le gusta'. Luego me dijo 'bueno sígalo haciendo'", recordó Nena.
Para ese entonces, la señora ya estaba jubilada. Siempre fue soltera y nunca tuvo hijos. Trabajó 28 años en la Policía, en la Central y al igual que en la iglesia, tenía asistencia perfecta: “En mis 28 años de trabajando para la policía, sólo falte tres veces y con parte médico”, informó “Doña Nena” . En cuanto al trabajo que realiza gratis en la iglesia, dice estar contenta y que “es un amor". "Dios me da salud y yo lo hago con mucho amor”, señaló. Está en el lugar todo el día, desde temprano, “voy y vengo de mi casa a la parroquia”, asegura la señora de pelo blanco como la cal.
Los años en esa comunidad religiosa la llenaron de amigos y personas que le guadan un especial afecto, ella no se olvida nunca de los sacerdotes: “He visto pasar a cualquier cantidad de Padres: Bariban, Eduardo, Campillay, De Los Ríos, Riberos, Gutiérrez. Ismael Soto, Fabián y muchos más. Para mi son como mis hijos”.