Historia

Su madre adoptiva murió en un accidente y justo un año después encontró a la biológica en Caucete

El hombre aseguró que con solo ver a su padre se dio cuenta que tenía su misma sangre y no hará falta un ADN. El hombre recuperó a sus padres con ayuda de Abuelas de Plaza de Mayo.
jueves, 1 de noviembre de 2018 11:05
jueves, 1 de noviembre de 2018 11:05

Para Daniel Abrate (41) no existen las casualidades sino que todo tiene una conexión, más allá de las creencias. El 24 de enero del 2017 su madre adoptiva falleció en un siniestro vial. Justo 12 meses después, incluso en el mismo horario, recibió la noticia de que habían encontrado a su madre biológica. 

Daniel vive en Hernando, localidad del departamento Tercero Arriba, en Córdoba. Él siempre supo que había sido adoptado cuando niño junto a su hermano Guillermo y nunca renegó de su pasado ni de los padres que con tanto amor lo criaron: Pedro y Marta.

“Nací en 1977, quería saber si no tenía nada que ver con los desaparecidos”, comenzó explicando Daniel sobre lo que lo motivó a pedir ayuda en Abuelas de Plazas de Mayo para encontrar sus raíces. Luego de una investigación se pudo detectar que no tenía nada que ver la época de la dictadura con su entrega en adopción pero su nexo con Abuelas le facilitó la rápida búsqueda de sus raíces.

“El 24 de enero pasado me avisaron desde Abuelas y mi mamá falleció el 24 de enero del año pasado. Casi a la misma hora, hubo una diferencia de 15 minutos, de cuando me enteré el año pasado de que había muerto en un accidente de tránsito, cerca de Despeñaderos, a este año, en que tenía datos de mi familia biológica”, relató Daniel a La Voz.

Para reencontrarse con sus padres, viajó hace unos días a Caucete, que fue donde nació. Allí sintió que todo era un milagro que se concretó con la ayuda de su madre adoptiva más allá de que ella no estuviera ya físicamente con él. En aquel departamento percibió más que nunca el dicho de que “la sangre tira” al conocer a sus tres hermanas: “Patricia (43), Cecilia (36) y Verónica (33)”.

“A la noche conocí a mis padres, Nina (65) y Jorge (70). No hay palabras para describir lo que sentí, era un sueño, nos abrazamos, nos emocionamos... era como si nos conociéramos de siempre, algo así como ponernos al día”, relató el hombre que en su voz entrecortada reflejaba la emoción por cerrar un circula de su historia que pasó abierto por más de 40 años.

Daniel no pidió demasiadas explicaciones. Se dio cuenta de que su historia tenía el estigma que cargan algunas familias pobres, que suelen tomar la difícil decisión de dar a sus hijos en adopción, acorralados por las carencias materiales. “Somos todos iguales, parecidos a mi papá”, acotó asegurando que “no hizo falta un análisis de ADN” para darse cuenta que es su familia.

“Tengo una historia hecha, pero con esto cierro un círculo, la manera de conocerme, de saber hasta mis antecedentes familiares por enfermedad”, finalizó destacando que ser adoptado significa, en su vida, algo natural: “Una condición con la que nunca tuve problemas y tampoco me marcó”.

 

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