Iván Espinoza tiene 36 años de edad y su vida transita entre su casa, su trabajo y el Cimac, hasta donde asiste día por medio para realizarse diálisis. Sus riñones ya no le funcionan y necesita un trasplante cuanto antes, sin embargo su mirada de la vida es un ejemplo para quienes lo conocen.
"Pechito", como le dicen quienes lo conocen, trabajó siempre como obrero y sereno. Pero el duro ritmo laboral que llevó durante años hizo que su salud se debilitara y terminara atado a un problema urinario que lo hace depender de un trasplante.
"Siempre fui una persona sana, de hacer deportes. Trabajaba mucho de sereno y en la construcción. Como sereno entraba a las 20 y salía a las 8. Luego a esa hora empezaba mi trabajo como obrero en la construcción hasta las 16 horas. En esos horarios comía cualquier cosita", recuerda con nostalgia señalando que ese ritmo lo llevó a un desequilibrio en la alimentación que lo terminó haciendo bajar de peso.
Esa mala alimentación hizo que terminara con una debilidad que lo hizo vulnerable a una infección de la faringe. "El sábado 16 de septiembre de 2011, me enfermé porque no podía respirar. Me hicieron análisis y me dijeron que se me había pegado una infección de la faringe que se me fue a los riñones y me los secó automáticamente. Ese día me costaba respirar, hablar, pero tenía tanta fuerza de voluntad que sentía que estaba sano. Nunca me hice ecografías porque pensaba que era cosas de mujeres, pero cuando fue necesario vieron que mis riñones se habían atrofiado, secado", recordó.
A penas dos días después de aquel sábado debió comenzar con la diálisis. Luego vinieron varias operaciones por sufrir desmejoras en la salud que incluso derivaron en un problema de vesícula. Pero él nunca perdió la fuerza y energía para enfrentar la vida.
Desde hace siete años se somete a diálisis y está en lista de espera para recibir riñones. Sin embargo su hermano y su mamá son compatibles y están dispuestos a darle un órgano para que vuelva a recuperar la salud. Pero la posibilidad de que así sea se diluye por la ausencia de un lugar donde vivir que esté en condiciones de habitabilidad.
"Necesito un lugar para vivir, que esté en condiciones. Vendría a ser como esencial para mi salud porque al tener una prótesis, necesito lugares que estén bien higienizados y sean habitables, no como donde vivo", pidió Ivan que no pide que le regalen nada, simplemente destacó que necesita que le agilicen los trámites del IPV para que pueda adquirir una casa que está dispuesto a pagar.
"Pechito" Espinoza no es un desocupado. Tiene trabajo como empleado municipal de Rivadavia, a donde ingresó a trabajar después de que debió poner un freno a su agitado ritmo de obrero y sereno por el mismo problema de salud.
"Se hacer de todo, porque tengo operados los dos brazos pero tengo la voluntad de seguir trabajando", aclaró el hombre quien luego agregó: "me siento útil, es algo psicológico que a mi ayuda el hecho de trabajar. Me siento útil porque puedo hacer muchas cosas. Pero me hace falta una casa y yo puedo pagar una y estoy dispuesto a hacerlo".
Espinoza tiene como sueño tener un Centro de Concientización de enfermedades renales, que él piensa podría funcionar en su casa. Durante todos los años que lleva haciéndose diálisis conoció aquellas cosas que hacen más para los riñones y para la salud pero que la gente al desconocerlo, terminan caminando hacia un camino sin retorno cuyo destino es la enfermedad.