Historia

Manuel, el zapatero que se mantiene con el paso de los años en el microcentro sanjuanino

En tiempos en los que la gente prefiere comprar a recurrir a los arreglos, hay oficios que se mantienen frente a todos los desafíos. La de zapatero es una y Manuel Castro es un referente de esta labora que se mantiene frente a todo.
miércoles, 31 de enero de 2018 17:37
miércoles, 31 de enero de 2018 17:37

Manuel Castro, es zapatero y desde hace más de 30 años tiene su local en el microcentro sanjuanino. A pesar de las crisis económicas que sufrió en todo ese tiempo, hoy cuenta su historia y revela cómo hace para seguir en el oficio. 

“Mi secreto es mi familia, todo lo que hice siempre fue por mis hijos y hoy, todo lo que hago, es por mis nietos”, confesó Castro quien comenzó a trabajar en el oficio de zapatero allá por los años ‘60 cuando apenas tenía 14 años de edad. Por aquel entonces llevaba la tarea de cadete en la firma Calzados Las Viñas. Al alcanzar la mayoría de edad le tocó realizar el servicio militar, y luego de superar esa etapa se dedicó al oficio de la refrigeración. 

“Estuve en la refrigeración hasta que un día me encontré con uno de los hijos de los antiguos dueños de la casa de calzados donde trabajé. La firma solo poseía el nombre, en lo demás estaba muy deteriorada. Pensé en que si la empresa funcionaba antes, ¿por qué no iba a hacerlo en ese momento?, y la compré. En aquel entonces era solo un pequeño taller. Cuando mi esposa la vio me dijo ‘¡Qué has hecho!’”, recordó Castro.

Desde el primer momento Manuel Castro confió en el negocio, y aunque admite que no fue fácil volver a ponerlo en pie, recién después de 6 años comenzó a ver los resultados del trabajo. 

“Nos llevó más de 6 años levantar la firma. Después de 15 años aproximadamente, el negocio creció y anexamos la venta de insumos para calzados junto con la producción de calzados anatómicos. Con él yo les di estudio a mis hijos, y hoy en día ellos son profesionales gracias a eso”, admitió Castro.

Por otra parte, señala que no fue fácil sobrellevar las distintas crisis económicas que ocurrieron en el país, sobre todo la del año 2001, en el cual el comerció se vio afectado y así también lo vivió Castro. 

“En el año 2001, con mi esposa, pagábamos el alquiler en 3 veces durante el mes. Era difícil y estábamos muy tristes. La jornada de trabajo era muy dura de pasar, todo estaba quieto. Se llegó a trabajar un 70% menos. Te alcanzaba apenas para sobrevivir, todos los costos del negocio los pagábamos en cuotas, únicamente de esa manera podíamos seguir con esto”, dijo Castro.

El zapatero contó que en un momento pensó ir a vivir a España con su familia pero su hija estaba terminando sus estudios y por ella decidieron quedarse. “Tuvimos que aguantar y aguantar hasta que la actividad retomó otra vez, pero eso es un esfuerzo muy grande. No me voy a olvidar nunca”, agregó.

Por último, Castro contó que en la actualidad, ante el fenómeno del consumo masivo y desmedido, la actividad de la reparación del calzado no decae debido a que los precios son muy elevados y las personas optan por reparar los que tienen.

“En este momento notamos que la gente va a comprar un calzado como el que tenía y se encuentra con que el presupuesto no le alcanza, entonces dicen ‘no, lo reparo’, y vienen con nosotros los zapateros”, aclaró. 

Finalmente, Castro se mostró agradecido a la vida por haber podido desarrollar este oficio y hoy estar asentado como una empresa que sobrevive pese a los vaivenes socioeconómicos. “La zapatería me ha dado a mí y a mi familia, satisfacciones muy grandes. Personalmente, seguir hoy acá, significa una constancia del hecho de creer que todo esto iba a funciona. Soy un agradecido de la vida”, concluyó.
 

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