lunes, 8 de febrero de 2016
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El carnaval llegó a América junto con los españoles, y en cada región se fue mezclando con las costumbres populares, dando como resultado una fiesta con características muy propias en las distintas regiones.
En San Juan, según se narra en los libros de historia local, se festejaba inicialmente los lunes y martes. Esto fue así hasta que en 1976 decidieron ponerlo en jueves y viernes. Ahora se volvió a las raíces y por eso celebra hoy.
La chaya comenzaba el sábado anterior al lunes de carnaval a la siesta. Era una fiesta familiar, barrial. Todo servía para tirar agua a los demás, baldes, tarros, y aquellos con más posibilidades económicas tenían pomos perfumados. El campeón era quien lograba quedar seco.
Otra tradición que se ha ido perdiendo es la de la chicha, una bebida muy popular que se tomaba para refrescarse. Se preparaba con granos de uva fresca y limpia que se presionaba sobre un colador grande para extraer el jugo que se recogía en un recipiente profundo. Se lo colocaba sobre fuego hasta que hirviese y se lo aromatizaba con una rama de albahaca.
Después todos se iban a sus casas para disfrazarse. Pero no existían casas que vendiesen disfraces como ahora, es por eso que dependían de la creatividad y la habilidad de la mujer de la casa. El carnaval era tan importante que los "figurines" las revistas de moda de la época traían diversos modelos.
Luego llegaba la hora del corso, desfiles muy importantes organizados por el gobierno que recorrían las calles que rodean a la Plaza 25. Cuando se habilitó la avenida Ignacio de la Roza, éste era el recorrido obligado.
El desfile comenzaba cuando se hacía explotar una bomba de estruendo y finalizaba de la misma manera. El primero en salir a escena era el rey Momo, un gran muñeco que se quemaba al final. Luego pasaban las comparsas, murgas, los carruajes departamentales y de algunas instituciones como el Andino Mercedario.
Uno de los creadores emblemas de estos carromatos fue Rufino Palomas, un artista albardonero que siempre dejaba a su departamento en lo más alto con grandes propuestas. Compuso su primer carruaje a los 20 años, "El paseo encantado" con el que sacó un tercer premio. De ahí en más siguió encargándose de ellos e incluso logró que sus creaciones desfilaran también en la fiesta de la Vendimia.
"Las máscaras sueltas" eran las que cerraban el desfile. Eran personas disfrazadas que participaban solas o en parejas, pero que no representaban a ninguna institución.
También estaban los populares bailes que organizaban instituciones como uniones vecinales y clubes. Algunos de los más famosos se realizaban en el Club Los Andes, el Sirio Libanés y el Club Social.
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