La ceremonia religiosa no dista mucho de cualquiera que tiene origen Católico Apostólico Romano. Sin embargo asegura que no pertenece a esta línea religiosa y cuando da la última bendición advierte que se viene la etapa de sanación. Nadie se mueve de sus lugares y empiezan las palabras de invocación e imposición de manos. El revuelo se apodera de muchos de los presentes a través de las lágrimas y algunos gritos que se escuchan en el lugar.
Su nombre es Miguel Ángel Santurio, le dicen Padre y está recorriendo los departamentos de San Juan. Este sábado a la tarde llegó hasta el barrio Alberdi de Santa Lucía bajo la esperanza de curar las dolencias y enfermedades de la gente que se acercara a él. Incluso al final del recorrido entre la gente, repartió una "oración de sanación del cáncer" en la que se explica también la solución natural a este mal de salud.
Miguél Ángel durante su ceremonia lució una sotana blanca con un cordero bordado en su pecho, además tenía una enorme cruz de oro. Si bien aseguró ser un cura católico apostólico ortodoxo, bajo la sotana llevaba un cuello clerical romano que lució una vez que terminó la jornada.
Durante su paso, la gente se desesperaba por recibir su bendición. Se organizaron en fila y lo esperaron con botellas con aguas e incluso acercaron saleros y envases de aceite que él bendijo cuando se acercó a ellos. Al momento de la imposición de las manos surgieron situaciones que asombraron a todos los presentes. Es que muchos de ellos cuando Miguel Ángel puso sus manos, cayeron de espalda "como una tabla" y él pidió que se los deje "descansar" hasta que pudieran recuperarse.
Hay quienes al ver esto, tuvo mayor ansiedad por recibir su bendición, otros sintieron miedo de ser tocados y otros se animaron a decir que quienes se "desmayaron" eran personas que habían sido pagadas para actuar de esta forma. Lo cierto es que la imagen generó sentimientos encontrados en muchos de los presentes.
Un caso de todos estos fue el que realmente sorprendió. Una joven de 30 años al momento de recibir la imposición de las manos, cayó desplomada al suelo. El padre pidió que la dejaran unos minutos tranquila y en ese momento empezó a tiritar en el piso como si tuviera una convulsión. Luego se levantó de golpe y empezó a gritar. El cura le puso las manos y volvió a caer al piso pidiendo encontrarse con su hermano más chico. En ese momento, una mujer que iba con ella dijo a los presentes que ese hermano había muerto hacía poco tiempo en un accidente de tránsito.
"Creo que tendré que hacer una liberación", dijo Miguel Ángel ante el asombro de muchos de los presentes que empezaron a cuchichear que la chica estaba poseída. Al terminar la imposición, la chica se levantó tranquila, tomó agua y siguió su camino abrazada a la mujer que la acompañaba.