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El sanjuanino Tomás Escobar, creador de Cuevana, ganó el "Óscar" a la innovación

El sanjuanino de 25 años fue reconocido por su labor pero esta vez de la mano de "Acámica", la plataforma en línea que permite a través de cursos aprender habilidades como diseño o programación.
lunes, 17 de noviembre de 2014 08:12
lunes, 17 de noviembre de 2014 08:12

Es sanjuanino y todo un orgullo. Tomás Escobar es noticia nuevamente por estos días pero no por su "criatura" informática, "Cuevana", sino porque recibió el premio Innovadores Menores de 35 años de Argentina y Uruguay, que entrega el Massachusetts Institute of Technology (MIT). 

Así eso. El sanjuanino de 25 años fue reconocido por su labor pero esta vez de la mano de "Acámica", la plataforma en línea que permite a través de cursos aprender habilidades como diseño o programación.
 
Su nombre, Acámica, es una conjunción de "academia dinámica" y consiste en una plataforma que ya reunió a 70.000 usuarios y tiene como objetivo de formar a los mejores profesionales de tecnología de la región.

"El mundo va cambiando: el 65% de los chicos que hoy está en primaria va a trabajar en puestos que todavía no existen. El sistema educativo tradicional no puede adaptarse con la velocidad necesaria. No tenemos nada en contra de las universidades, pero en tecnología todo cambia muy rápido y las currículas universitarias no tienen esa dinámica. Hay una brecha entre lo que pide la tecnología y lo que el sistema educativo puede dar. Y esa brecha se puede acortar por la facilidad, accesibilidad y bajo costo de Internet”, dijo.

Cuevana
Cuevana. com es la creación con la que Tomás Escobar saltó a la fama. Este sitio permite ver películas y series gratis y llegó a convertirse en el paraíso de miles de personas que podían acceder a contenidos sin pagar un peso. Según publica La Nación, para Escobar, que por esos tiempos apenas tenía 22 años, el éxito no fue un fruto dulce, todo lo contrario. Cuando Cuevana empezó a llamar la atención por la cantidad de usuarios que albergaba, las demandas por infringir los derechos intelectuales de las películas y series que se ofrecían en el sitio comenzaron a llover sobre su cabeza inquieta. Lo que había empezado como un pasatiempo entre amigos podía transformarse en su peor pesadilla.

"Nosotros lo pensamos como un servicio porque consideramos que la industria ha demorado mucho en los desarrollos obvios del acceso a los contenidos en Internet", decía Tomás en mayo de 2011 a La Nación, durante una breve entrevista donde también destacaba la invalorable ayuda de sus compañeros de la escuela secundaria Mario Cardosio y David Fernández. Y en tren de esbozar algunas explicaciones sobre cómo Cuevana se había convertido en un superéxito agregaba: "La mayoría de los canales de televisión tiene una programación basura y, por lo general, la gente no puede cumplir o adaptarse a los horarios que imponen, así que Cuevana permite administrar tus propios tiempos para ver lo que querés". Vale recordar que por aquellos tiempos (en avances tecnológicos dos años son una eternidad) todavía no había desembarcado en la Argentina Netflix y el mecanismo On Demand apenas asomaba. Lo curioso es que este chico sanjuanino de 22 años, estudiante de ingeniería en computación en Córdoba, ya había popularizado su Cuevana en la Argentina y nadie podía detenerlo.

 

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