Con motivo de las celebraciones del 25 de Mayo, Día de la Patria se desarrolló en la Iglesia Catedral el Tradicional Te Deum. En la oportunidad monseñor Alfonso Delgado se expresó sobre la decisión adoptada por el gobernador José Luis Gioja de no presentarse como candidato a las próximas elecciones.
En la Iglesia Catedral Gioja estuvo acompañado por el vicegobernador Sergio Uñac, el intendente de la Capital Marcelo Lima, funcionarios de su gabinete y funcionarios del Poder Judicial y Legislativo. Posteriormente las autoridades se trasladaron al palco oficial ubicado en la avenida Central para presenciar el desfile cívico – militar.
El texto de la homilía
Hemos escuchado el conocido diálogo entre Dios y Salomón: "Pídeme lo que quieras”, le dice el Señor. El Rey Salomón no le pide riquezas, ni muchos años de reinado, ni la destrucción de sus enemigos, sino que le pide la necesaria sabiduría para gobernar, para discernir entre el bien y el mal, y para tener un corazón capaz de valorar y amar a su pueblo, no según las apariencias, sino en la justicia y la verdad.
Y el Señor le responde: "Puesto que has pedido esto y no lo que habitualmente piden los demás, voy a obrar conforme a tu deseo. Te daré un corazón sabio y prudente, como nadie lo ha tenido jamás”El Día de la Patria, nos recuerda que, en nuestra historia, el bien y el progreso de la Nación y de sus ámbitos provinciales y municipales, y el bien de sus habitantes y de sus instituciones ha sido forjado por hombres y mujeres que pensaban, juzgaban y actuaban con espíritu de "sabiduría”: sabiduría para gobernar, sabiduría para dictar leyes, sabiduría para juzgar, sabiduría para vivir y para actuar.
Cuando esto ha ocurrido, el país ha crecido, sus instituciones cívicas se han consolidado y los argentinos han progresado. Cuando ha faltado esa sabiduría en su dirigencia, el país se ha detenido e, incluso, ha tenido fuertes regresiones en su vida institucional, política y social.
En este día de acción de gracias a Dios por nuestra Nación argentina, rendimos un sentido homenaje a los hombres y mujeres que, con sabiduría y sencillez, han sabido construir y siguen construyendo el bien de nuestra sociedad.
La sabiduría echa raíces en corazones sinceros, que la piden a Dios con humildad, como lo hacía Salomón, y la acogen con un espíritu abierto a la verdad. Dios nos ha dado una mente y un corazón capaces de comprender y de discernir el bien del mal.
Es sabiduría engañosa la que sólo se apoya en conveniencias efímeras y circunstanciales, "que hoy son, y mañana, no”, como cantaba Eduardo Falú. "¡Ay de los que son sabios a sus propios ojos –clamaba el Profeta Isaías–. Dios hará que su sabiduría quede confundida”. Francisco lo dirá de un modo más argentino: ¡"No se la crean”: que van a terminar mal y, además, van a hacer sufrir a mucha gente!
En este tiempo de Bicentenarios, elevemos nuestra oración a quien es "fuente de toda razón y justicia”. Hagámoslo con un corazón agradecido por quienes forjaron nuestra Patria y por quienes la siguen construyendo día a día.
Como ciudadanos, responsables de nuestras instituciones y de nuestras familias, pedimos al Señor la sabiduría del corazón y de las buenas obras, para poder servir al mayor bien posible de todos. Y ese "todos” son hombres y mujeres con rostros y nombres concretos, hermanos nuestros de esta Patria argentina y, especialmente, de esta querida tierra sanjuanina.
En este día de agradecimiento al Señor, no puedo dejar de referirme a la decisión que el viernes pasado comunicó el Señor Gobernador. Como quiera que se la mire, no dejó de ser una sorpresa. Muchos la habrán comprendido, o aprobado; a otros, les habría gustado que las cosas fueran de otro modo.
Respetando esas opiniones, me parece importante señalar que esa decisión, tomada muy en conciencia, obedece íntimamente a un acto de sabiduría: sabiduría personal, social y política. Al juzgar por el crecimiento de la Provincia en estos años, esa decisión no ha sido un hecho aislado de sabiduría de gobierno, sino que ha sido manifestada de muchas formas a lo largo de estos años. Estoy convencido, y muchísimos sanjuaninos también, que nuestro Gobernador tiene pleno derecho a entrar en el libro de la "historia grande” de San Juan.
Muchas gracias por devolver a la gente de esta querida Provincia argentina el orgullo de ser sanjuaninos. Muchas gracias, estimado y apreciado amigo José Luis. Que Dios lo bendiga.
Permítanme un recuerdo de hace más o menos quince años, cuando llegué como obispo a San Juan. Lo digo con todo el amor a esta tierra que me transmitieron los sanjuaninos. En ese entonces, San Juan era una provincia casi terminal pero, al mismo tiempo, con una potencialidad asombrosa. Pero llamaba la atención su fragilidad institucional.
Un día, me puse a sacar cuentas. La Iglesia de San Juan de Cuyo fue establecida como Iglesia diocesana en 1834. El primer obispo fue fray Justo Santamaría de Oro. Yo soy el obispo de número 10. Conté los gobernadores desde ese año 1834 en adelante. Habían sido 116 personas gobernando la Provincia, sin contar los períodos repetidos. Es decir, había habido 12 gobernadores por cada obispo de San Juan. En promedio, cada gobernador había gobernado poco más de un año, si es que pudo llegar a gobernar algo, salvo Nazario Benavidez y alguno más.
Todo hace pensar que los tiempos han cambiado, gracias a Dios. La sabiduría de la dirigencia social y política de la Provincia, en todos sus ámbitos, tendrá que entender que, allá por el 2003, comenzó una etapa nueva en la historia de la Provincia de San Juan, con un nuevo paradigma cívico y ciudadano. ¿Sabremos continuar en esta nueva etapa, o volveremos a la historia anterior?
La sabiduría de los gobernantes se expresa en saber continuar desde el mismo peldaño en que dejó el anterior, sea quien sea. Esto vale para todos los ámbitos institucionales. Siempre habrá escalones por subir y crecer. El horizonte siempre será inmenso. Pero, ¿seremos capaces de hacerlo así y seguir subiendo peldaños? ¿O volveremos, resbalando escalones, al subsuelo de nuestra historia provincial, enredados en pequeñeces, en egoísmos e intereses personales y en "pases de factura”, mientras el pueblo vuelve a la desesperanza de tener que sufrir un nuevo ciclo de retrocesos y de inmadurez institucional? Con la ayuda de Dios, de buenos ciudadanos y de buenos gobernantes, estoy seguro que esto no sucederá más. Merecemos continuar con el sano orgullo de ser sanjuaninos.
Quisiera terminar esta oración de acción de gracias a Dios con unas palabras del querido Papa Francisco: ¡Pido a Dios que crezca el número de políticos capaces de entrar en un auténtico diálogo, orientado a sanar las raíces profundas y no sólo la apariencia de los males de la sociedad! La política, tan denigrada, es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común.
Y continuaba: La caridad no es sólo el principio de las micro-relaciones, como las amistades, la familia o el pequeño grupo. La caridad social y el amor al pueblo, al que debemos servir, es también el principio de las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas. ¡Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres! ¿Y por qué no acudir a Dios para que inspire sus planes?
Concluía el Papa con el convencimiento de que una apertura a la trascendencia –apertura sincera a Dios– y la consiguiente apertura al bien de los demás, al bien social, podría formar una nueva mentalidad que ayudara a superar la ruptura que tantas veces se percibe entre la política y el bien común de la sociedad.
Como el Rey Salomón, seamos dignos de la sabiduría de Dios: sabiduría para gobernar, para legislar, para juzgar; sabiduría para discernir entre el bien y el mal; sabiduría para valorar, comprender y amar el auténtico bien de nuestro pueblo; sabiduría para seguir construyendo un futuro promisorio para los sanjuaninos y para los argentinos.
Que Dios bendiga a nuestra Patria argentina, y bendiga a los hombres y mujeres con un corazón sabio y prudente para servir a su pueblo. Que así sea.