Un cuerpo semienterrado, con tres tiros y mutilado por los animales. Así fue el hallazgo el 30 de octubre de 2014. El hecho ocurrió en un descampado del Médano de Oro, en Rawson, y a pesar de que pasaron 10 años, nunca se supo quién era la víctima. El caso, nunca tuvo detenidos ni se hizo justicia... pero tampoco los investigadores pudieron saber quién era.
Por aquel entonces, la conmoción pero también la inquietud e incertidumbre atravesaron a todos los sanjuaninos. Con los años se convirtió en uno de los crímenes más enigmáticos de la región, sin respuesta y que terminó en el olvido de la sociedad.
El cuerpo fue descubierto en un zanjón del costado sur de Calle 11 o ruta 215, zona deshabitada y de campos sin cultivar, al Oeste de Costa Canal, en Médano de Oro. Según estimaciones, los animales desenterraron los restos. La joven, que presentaba un alto grado de descomposición, había sido asesinada de tres disparos: uno en el pecho y dos en la cabeza, ambos con heridas de entrada pero sin salida. Además, mostraba signos de haber sufrido golpes en diversas partes del cuerpo.
Aunque se especuló que la víctima podría tener entre 12 y 20 años, la autopsia no logró determinar con precisión su edad, y se estimó que podría oscilar entre los 17 y los 37 años. En el momento del hallazgo, la mujer de alrededor de 1,65 de estatura y cabello castaño oscuro, vestía una calza negra, una remera blanca y una campera negra, pero no llevaba calzado, que se presume fue removido por los animales que merodeaban la zona.
La investigación policial se activó de inmediato, comenzando con rastrillajes en la área para encontrar pistas que pudieran identificar a la mujer. En ese entonces, se revisaron los archivos de mujeres desaparecidas, encontrando siete casos, pero ninguna de ellas coincidía con las características de la ropa del cuerpo hallado. Las autoridades señalaron que era posible que la persona desaparecida hubiera cambiado de vestimenta, lo que complicó aún más la identificación.
A pesar de los esfuerzos realizados, incluyendo la creación de un identikit en Mendoza basado en los rasgos del cuerpo, el misterio no se resolvió. Se tomaron muestras de ADN de debajo de las uñas pero el cadáver estaba tan deteriorado que sólo pudieron rescatar la huella dactilar de uno de los dedos pulgares de la víctima. Sin embargo todo quedó sin respuesta. Una de las circunstancias más inquietantes es que nadie reclamó el cuerpo de la joven, dejando un vacío en la investigación y en la memoria colectiva de la comunidad.
A lo largo de estos diez años, el caso permaneció abierto pero sumergido en una oscuridad total para poder esclarecerlo.