El lunes 13 de julio del 2015, un brutal crimen conmocionó a los sanjuaninos. Un disparo apagó la vida de Jorge Moreno, un trabajador minero de 28 años, en su casa en Villa El Salvador, en Chimbas. En esa madrugada, en la vivienda estaban su pareja Pamela Carrizo y sus dos hijos pequeños. Las circunstancias del hecho no están esclarecidas cuando ya pasaron casi 5 años.
Lo que pareció ser un robo, ya que presuntamente dos hombres se llevaron un televisor, un celular y otros efectos, se mezcló con otras hipótesis que fueron desde ajustes de cuentas por drogas que involucraban a Carrizo hasta un triángulo amoroso. Tras existir detenciones, entre ellas la de Carrizo, en octubre de 2015 ya no quedó ningún encarcelado. De juicio, ni hablar.
Dolidos por muchas circunstancias adversas que les tocó pasar, la familia de Jorge sigue pidiendo justicia y en el último tiempo han insistido con un trámite en el que, según expresan, los tienen a las vueltas. “Tuvimos conflictos con el abogado que nos representaba y nos quedamos sin asistencia legal. Lo cierto es que no podemos pagarle a un abogado que, de entrada te pide $5000 a $10.000 y después tenés que pagarle por mes. Por eso, mi mamá fue a pedir un defensor oficial y nos tienen de acá para allá. Que el Juzgado es el que tiene que decidir, que vayamos a esta oficina o la otra, que venga mañana o la semana que viene. No tenemos respuesta y no sabemos por qué no quieren tomar el caso de mi hermano. Sólo nos queda pensar que hay algo detrás de esto”, detalló a Diario La Provincia SJ, una de las hermanas de Jorge, Mariam Moreno.
Y agregó: “estamos cansados de que la justicia no actúe. No hay detenidos y todo está estancado; en el olvido. A mi hermano lo mataron. Desde el 2015, lo que hicieron es burlarse de una familia destrozada. Estamos desilusionados”. Mariam señaló que estaban esperanzados en obtener asistencia legal de la Defensoría: “pensamos que, a lo mejor, se ponían la camiseta del caso de mi hermano pero parece que no será así y no entendemos por qué tantas vueltas. Tenemos derecho a que nos defiendan”.
Para los Moreno, desde el minuto cero hubo “manchas” en la investigación del hecho. “¿Cómo puede ser que no vallaran la zona del crimen? Entraron todos los vecinos a la casa y supimos que la hermana de esa mujer (por Carrizo) baldeó todo y después, cambiaron la cerradura. Hubo policías que investigaron y la Justicia también hizo avances pero después, pararon. No sabemos por qué se truncó todo” cuestionó.
Qué pasó con los hijos de Jorge
Lo único favorable a los Moreno, en ese contexto de tanto dolor e impotencia, fue el fallo de la Justicia de Menores que, con total apoyo de la asesora Patricia Sirera, les concedió a los papás de Jorge la tenencia de sus dos hijos que ahora tienen 13 y 9 años. “Se priorizó el bienestar de los niños desde el día uno y que su madre los tenía abandonados. Eso era lo que le cuestionamos a Jorge varias veces: él estaba 15 días en la montaña trabajando para que ella sólo se dedicara a cuidarlos y cuando bajaba les tenía que cortar hasta las uñas. Ella los tenía sucios; al mayor en ese momento lo mandaba a la escuela sin almorzar y con el guardapolvo arrugado. Mi sobrino iba a la misma escuela que mi hijo. La maestra me pedía que Jorge fuera a hablar con ella para saber qué pasaba porque sus notas, además, eran bajísimas. Veía cosas que no estaban bien”, recordó Mariam.
Los chicos ven a su madre en el marco de un régimen de visitas que estableció la justicia, al que la hermana de Jorge definió como “estricto y cuidado”. Son los padres de Pamela los que buscan a los chicos tres veces a la semana y después los regresan. Por un conflicto previo, hay órdenes de restricción de acercamiento entre Carrizo y la familia Moreno.
“A los niños no les falta amor en nuestra familia. Ya vivieron lo peor que les podía pasar que fue el crimen de Jorge. Mis padres se desviven por ellos y hasta alquilan una casa en Rivadavia para que evitar posibles conflictos con esa gente. Hasta mis sobrinos sufren la injusticia ya que, por no tener abogado y porque nuestra representación anterior nos hizo perder tiempo, recién desde hace año y medio mi mamá pudo cobrar la pensión de Jorge que les corresponde por derecho. Ahora, nunca se pudo cobrar los seguros que mi hermano les dejó. Ni siquiera sabemos si lo podemos hacer ahora. Si ese dinero fuera suficiente, mis padres les comprarían una casa a los chicos. Si tuviéramos representación de la defensa oficial, podríamos destrabar muchas cosas porque insisto, en estas circunstancias no podemos pagar un abogado”, remarcó la hermana de la víctima.
La mamá de Jorge sólo se dedica a los chicos y su papá hace fletes para una feria. Las hermanas del fallecido ayudan, también, en todo lo que pueden para que los menores estén totalmente contenidos tras el traumático momento que marcó su vida.
Sobre Jorge, Mariam recuerda que “era una persona reservada con sus cosas; tímido y de pocas palabras. Empezó a tener problemas con esa mujer por sus malas juntas y porque dejó de atender a sus hijos; no los cuidaba. Cuando yo le reprochaba por el estado de los chicos, me decía que estaba todo mal con ella y que iba a hablar. La quería y trataba de justificar. Ella sabía manipularlo”.
El caso
Jorge Moreno murió de un certero disparo en el pecho en su casa de Villa El Salvador. Lo que en un primer momento se evaluó como un homicidio en circunstancias de robo, pasó por otras hipótesis.
Testigos aportaron que Pamela Carrizo hacía “juntadas” en su casa en ausencia de Moreno con gente ligada a la venta de drogas y que además tenía una nueva relación sentimental. Pese a las presuntas infidelidades, la pareja no se había separado.
Es más, en el marco de la investigación, estuvo detenido como sospechoso Luis Brizuela, el presunto amante de Carrizo cuando se consideró que el triángulo amoroso podía haber sido causa del fatal desenlace.
Por otra parte, también estuvieron tras las rejas Cristian “Rata” Zabaleta, en ese momento de 30 años, hermano del conocido narco Hugo Zabaleta. No cayó solo ya que un testigo afirmó haberlo visto con los efectos robados huyendo en moto junto a José De los Ríos, de 25 años por ese entonces. Ambos fueron liberados porque la persona que los identificó, se desdijo después ante el juez Pablo Flores.
También Brizuela y Carrizo recuperaron la libertad. Ella estuvo 100 días detenida y la justicia consideró que no había pruebas suficientes para implicarla como cómplice o instigadora del crimen.
Desde octubre de 2015, el caso se quedó sin detenidos ni procesados.