Historias

A 7 años del brutal crimen, los hijos de María Cristina Olivares aún esperan cambiar su apellido

Los pequeños llevan el apellido de su papá, Miguel Ángel Palma condenado a perpetua por el brutal crimen de la joven de 160 puñaladas que le asestó su amante Rosa Videla con ayuda de su cuñada Noelia Corvalán. Cómo viven hoy los pequeños.
domingo, 1 de septiembre de 2019 11:30
domingo, 1 de septiembre de 2019 11:30


"Le juré a mi hija, a los pies de su tumba, que sus hijos iban a ser felices". Así se refiere Sandra Rojas, mamá de María Cristina Olivares a sus nietos Miguel y Benjamín que crecen en familia con su esposo Federico y sus tías de 15 y 12 años. La tragedia los golpeó cuando eran muy pequeños pero se tomaron todos los cuidados para que no quedaran expuestos al horror.

María Cristina Olivares fue la víctima de la peor masacre en San Juan. Su femicidio conmocionó a la provincia y al país por la crueldad: Rosa Videla, amante de su marido Miguel Ángel Palma, le asestó 160 puñaladas sin piedad. Contó con la complicidad de una cuñada Noelia Corvalán. Ocurrió el 7 de Julio de 2012 cuando las mujeres la subieron a una camioneta en calle 7 entre Vidart y Lemos, en Pocito. En una zona oscura, Corvalán le ató las manos para que no pudiera defenderse y Videla descargó su furia. Palma sabía que querían "quitarla del camino" ya que las amenazas y el ambiente de violencia eran constantes.

El 5 de diciembre de 2014 los tres fueron condenados a prisión perpetua y los Olivares encararon otra lucha: cambiarle el apellido a los chicos ya que llevan el de su padre.

"Fuimos a la jueza de Menores, María Julia Camus y nos sugirieron que encararamos el proceso con una abogada particular. La Dra. Ana Merino nos representa. Hemos presentado desde informes de la escuela hasta del psicólogo que asistió a mi nieto mayor, ya que vivió situaciones de crisis por su apellido", señaló Sandra en diálogo con Diario La Provincia SJ.

Es que el pequeño recibió comentarios alusivos a su papá en la escuela que le generaron problemas. "Eso no pasó desapercibido ya que intervino el Gabinete Psicopedagógico y nos sugirieron que los lleváramos a un psicólogo. Desde hacer comentarios pesados hasta "hacer palmas", los niños actuaban de una forma indebida con él. Desde la escuela, las maestras se portaron muy bien y manejaron la situación. Mis nietos allí son Olivares, para todo", detalló.

La buena noticia es que Miguel ya recibió el alta la semana pasada de su tratamiento. "Él y su hermano nos generan mucho orgullo. Hacemos un sacrificio para que no les falte nada y sean felices. Esperamos que se resuelva pronto lo del cambio de apellido porque ya se ha presentado todo. No sé por qué hay tanta burocracia. Mi nieto termina el año próximo la Primaria y tememos que en el Secundario vuelva la misma situación", destacó preocupada.

Los Olivares, tras el crimen de Cristina y el juicio, se mudaron a una finca en Pocito y envían a los chicos a una escuela de jornada completa. "Nunca me repitieron de grado y son muy inteligentes", resaltó Sandra.

Sobre qué saben los chicos de su mamá, acota firmemente: "hemos escuchado las posiciones de los psicólogos y nos quedamos con que no les vamos a arruinar la vida a dos niños que ya están creciendo sin madre. Saben que murió pero, ¿para qué darles detalles? Yo no perdono lo que le hicieron a mi hija pero no les voy a generar odio ni rencor hacia Palma. Su familia nunca preguntó por ellos y es mejor así".

El hijo mayor de Cristina tenía 7 años al momento de la condena. Desde hace tiempo, le pregunta a una de sus tías cómo era su mamá y qué le gustaba hacer con ellos; cómo les demostraba cariño. "Mi hija de 27 años está por recibirse de psicóloga y sabe qué decirle. Él confía mucho en ella y le pregunta de Cristina. El más chiquito, Benjamín, tenía 1 año y medio cuando ella murió. No se acuerda de nada, por supuesto y tampoco pasó por situaciones incómodas en la escuela", manifestó. 

Otra gestión que encaró la familia fue de las pensiones para los chicos como hijos de víctimas de femicidio, conocidas como Ley Brisa. "Nos dijeron que falta poco para que salgan. Con ese dinero vamos a darles mejor calidad de vida y cumplirles el sueño de aprender karate, algo que ahora no podemos pagar", comentó Sandra.

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