Un 26 de agosto de 2009, Celeste Archerito salió a trabajar y cuando transitaba por calle Comandante Cabot entre Sucre y San Luis, en Rivadavia, para ir a tomar el colectivo un brutal choque apagó su vida. Quien manejaba el auto era Gustavo Fabián Cortez, quien estaba en estado de ebriedad y luego fue juzgado y condenado por el hecho. Recibió una condena de 3 años y 8 meses de prisión efectiva y 7 años de inhabilitación para conducir. En 2014, el chico recibió la posibilidad de gozar de salidas transitorias y los martes y jueves pasa el día con su familia en su casa e ir a rendir materias de una carrera universitaria. En 2019 ya está en libertad tras haber cumplido su sentencia (salió en 2016).
El caso conmocionó a San Juan y mucho más la aguerrida lucha de la familia Archerito, sobre todo sus hermanos Sebastián y Carolina y su mamá Remedios, por lograr una pena de prisión efectiva para Cortez. El joven llegó a confesar en una entrevista a un medio local que Celeste no habría muerto si ese día no iba a trabajar. Nada justificaba el horror. Al momento del choque tenía 1,34 de alcohol en sangre.
En el juicio, que se dio en 2011, desde la querella pidieron la pena máxima para un caso como ese que era 5 años. De parte de la Ministerio Público Fiscal se solicitó 3 años y 8 meses de prisión efectiva y 10 años de inhabilitación para conducir y la defensa de Cortez, 2 años de prisión efectiva y 5 de inhabilitación para conducir. Finalmente el juez Gil dictó la sentencia que hasta ese momento marcaba un precedente para muertes por siniestros viales.
Hoy, su hermano Sebastián recordó a Celeste en las redes sociales: "Sólo vos y yo sabemos lo que daría para volver a estar a tu lado. 10 años que mi corazón llora y mi cabeza no deja de recordarte". En el lugar en el que ella murió hay un cartel que dice: "Sea prudente. Aquí hubo una víctima fatal". Un caso que aún duele y un llamado a no olvidar.
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