Opinión

Creer y transformar

domingo, 5 de abril de 2015 00:00
domingo, 5 de abril de 2015 00:00
Por: Ivan Grgic 
 
Hace un tiempo, Eduardo Galeano expresó que "la caridad es humillante porque se ejerce verticalmente y desde arriba; la solidaridad es horizontal e implica respeto”. La fuerza de su frase se apoya en una caridad mal entendida no solo por él sino por quienes tienen actos de ese tipo bajo el falso nombre de caridad. Cuando la caridad se ejerce verticalmente y desde arriba no es caridad. La solidaridad, por su parte, también puede tener vicios similares. Más allá de los equívocos, ambas acciones tienen el respeto y el sano interés por el bien del otro como factor común; la diferencia es que la verdadera caridad es desde abajo y compromete la propia vida del que la ejerce. El ejemplo máximo es Jesús de Nazaret. 

Entendida así, la caridad es la máxima posibilidad de amor ya que ejerce su acción por el bien del otro aún con gestos mínimos, su fuerza está en la potencia interior de la obra y no en el tamaño exterior. Para los creyentes cristianos, mirar a Jesús es descubrir la máxima entrega de amor en el gesto más insólito de pequeñez por el despojo y el abajamiento. Mirar la caridad de esta manera es creer. Y creer así es transformar, por la sencilla razón que desaparece el sinsentido de los actos para darle un contenido nuevo a cada simple tarea cotidiana. 

En la otra punta de la caridad esta la persecución de las personas por razones religiosas, porque ha escondido siempre la impotencia  ante quien cree en la fuerza de la caridad. La última ocurrida hace pocos días en Kenia, la cometió el grupo extremista Al Shabab, asesinando 147 universitarios en su campus. "Si eras cristiano te disparaban en el acto", afirmaron los sobrevivientes. Esta persecución y muerte se suma a la que el Estado Islámico viene ejerciendo desde hace tiempo en Medio Oriente, para lo cual ya está obligando a los niños a participar de esas matanzas y desprecios. Si esa impotencia frente al amor no se humaniza, solo sabe recrudecer la brutalidad de su violencia. Es la lógica inversa de la "biología del amor” (Maturana).

Esta biología que anima las personas más allá de su fe porque es la esencia del ser humano, se manifiesta en los gestos de compromiso y desde abajo. Es como la hermandad que cada 2 de abril se manifiesta en nosotros como una asociación que solo habla de vida, uniendo la entrega de los padres con hijos con autismo y la entrega de los héroes de Malvinas. 

En el contexto de San Juan, los héroes de PASCUA  (Padres de San Juan Por Una Mayor Calidad de Vida de Niños con Autismo) no solo visibilizan una extraordinaria caridad, sino que alientan a la sensibilización del resto de la comunidad. Nos han contado que los últimos informes aseguran el crecimiento de este trastorno, que uno de cada 66 chicos tendrá autismo propiamente dicho. Es un número perturbador acreditado por la precisión de los diagnósticos dentro del abanico que abarca el autismo. En ese contexto, la verdadera caridad de esos padres que aman perforando las barreras de la enfermedad hasta lograr la comunión de sentires con sus pequeños, se prolonga en su unidad como asociación y su preocupación también por nosotros.

Los otros héroes, los hermanos de Malvinas, cada año nos cuentan nuevos detalles de ese amor por la patria. En estos días han contado los gestos desde abajo de mujeres presentes en las islas. Parecía que hubo solo varones, muchos de ellos colimbas. Sin embargo la tarea de mujeres estuvo a la par de la entrega heroica de todos. Y no han faltado las historias de caridad de animales, como la de aquél capellán que, para ir a alentar uno por uno a los combatientes en las trincheras, se guiaba por una oveja que olfateaba las minas de los campos y las esquivaba, mostrando un camino riesgoso pero seguro.

Mientras que la solidaridad ayuda a consolidar al otro durante un tiempo  y luego respeta su autonomía, la caridad se abaja y se entrega para que el hermano se descubra único, sagrado, indispensable y llamado a una vida digna. Por eso la caridad no solo es la esencia de la persona, sino el camino de un pueblo donde cada individuo se entiende hijo y hermano. 

La caridad es creer que todo gesto es semilla de transformación para que lo nuevo sea real. La caridad no pasará jamás.

¡Feliz Pascua, con un gran fruto de caridad para todos!


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