Opinión

La rana y el agua caliente

lunes, 23 de marzo de 2015 14:00
lunes, 23 de marzo de 2015 14:00
Por: Ivan Grgic
 
De muchas maneras y en diversas oportunidades se cita el ejemplo de la rana y el agua caliente. Se cuenta, en un primer cuadro, sobre una rana viva que, si se echa en agua hirviendo, salta inmediatamente fuera del agua. Obviamente  la rana reconoce una agresión vital. En cambio en una segunda situación, se deja la rana viva en agua a temperatura  normal y no reacciona bruscamente; mientras se va calentando lentamente el líquido, el batracio se siente hasta cómodo. Finalmente cuando el agua está hirviendo el animal no tiene capacidad de reaccionar y salir.

Las sociedades vivimos permanentemente este tipo de situaciones. Las agresiones fuertes, las circunstancias inesperadas adversas y los disparadores sociales desfavorables despiertan oposiciones colectivas. Son grandes remezones sociales que distan siempre de análisis definitivos y completos, pero es evidente que los grupos opuestos en esas instancias van aprendiendo a gestionar la reacción. Unos y otros, gobierno y medios opositores, fuerzas políticas diferentes, entre otros, saben la ley: pase lo que pase la culpa la tiene el otro, que nunca hace nada bien, y uno es la única solución. 

Desde que el fiscal Nisman presentó su denuncia sobre posibles acuerdos paralelos con iraníes, para favorecer acciones comerciales a cambio de minimizar la participación en los ataques terroristas en Buenos Aires, la sociedad reaccionó como la rana en el agua hirviendo. Para eso, no solo no se ha visto la necesaria y absoluta seriedad y prudencia para manejar los tres casos en cuestión (la causa Amia, la denuncia a funcionarios, y la muerte del Fiscal), sino que se evidencian auténticas campañas de acusación y desmerecimiento del accionar de la Justicia. Durante la última semana se nos ha enrostrado la vida íntima de NIsman, con una evidente manipulación oficial de su propiedad privada, empapelando la Ciudad de Buenos Aires con afiches en su contra. Tampoco han faltado las denostaciones del Jefe de Gabinete que, subido cada vez más a un exceso de autoridad lleno de cobardía, pretende adueñarse del veredicto final de cada hecho.

Este caso que parece no tener fin, ejemplifica  la reacción diversa en una sociedad plural que piensa, analiza y va tomando lugar frente a los conflictos. Pero lo preocupante es la situación análoga a la rana en el agua que se calienta lentamente, en la cual los ciudadanos perciben menos la gravedad de los hechos en la medida que se acostumbran a sus noticias. 

Se discutió la sospecha papal sobre la posibilidad de que hayan fábricas de droga en la Argentina y a los pocos días se realizó la denuncia explicando lugares, modos de defensa con mercenarios extranjeros y formas de tránsito. Y no pareció haber reacción. Se definió a A. Fernández como verborrágico, y nos fuimos acostumbrando a sus acusaciones manipuladoras de la opinión pública. A nivel mundial se vieron nuevas acciones terroristas del Estado Islámico que incluyeron la inmolación de los asesinos y ya no fue tan acuciante. Solo la gran destrucción de lugares milenarios despertó un poco a las Naciones Unidas para quien no parecían suficientes las matanzas de miles de personas solo por ser cristianos. La lista se podría ampliar en diversos lugares y formas.
 
Entonces ¿cómo desentumecerse? En comunidad. Sirva como ejemplo la Convenció Radical que tomó una opción política hace una semana. Sus adherentes y opositores podrán dar su opinión sobre el resultado y el tiempo mostrará la calidad de esa decisión. Pero lo notable es otra cosa: la situación de asamblea. Ver delegados opinando, dirigentes mostrando sus ideas y argumentos, espacios comunitarios representados con voz y voto, fue algo casi original e inesperado. Frente a la costumbre de esperar como ranas en agua caliente, que los líderes mesiánicos definan candidatos, alianzas, y estrategias, la convención en Entre Ríos apareció como un raro ejemplo a seguir.

Es que la democracia, en una república federal, espera más que el salto de las personas ante el agua hirviendo. Se construye también saliendo de cualquier acostumbramiento de palabras, de autoritarismos, de manipulaciones y relatos. Los debates en la diversidad y el respeto son el modo eficaz de salir de los adormecimientos. Porque si no, el metro cuadrado de la comodidad individual se achica cada vez más con el calorcito creciente del poderoso.

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