Citius, altius, fortius

Fernando Savater, al comienzo de su libro “El valor de educar”, recuerda una frase de Marco Aurelio: “Los hombres han nacido unos para los otros; edúcales o padécelos”
domingo, 14 de septiembre de 2014 07:46
domingo, 14 de septiembre de 2014 07:46

Por Ivan Grgic

Pareciera que del frente del colegio de Fray Henri Didon, su amigo, el Barón de Coubertin, extrajo en 1989 la frase "citius, altius, fortius” para inaugurar la era moderna de los Juegos Olímpicos. Es una expresión que viene del latín y significa "más rápido, más alto, más fuerte" para identificar, junto a la conocida bandera, cada olimpíada.

Más rápido, alto o fuerte describe claramente las pruebas de cada Juego, cada vez que se realizan. Es un ícono de calidad que se verifica aún en las competencias más creativas para ensalzar cada persona que, junto a su entrenador y su país, se esfuerzan por una medalla más o un puesto más. Para eso hay un presupuesto estatal, mucho aporte privado, años de dedicación  y esfuerzo, excelente investigación y aplicación física, mental, de entrenamiento y hasta de la misma vestimenta adecuada a cada deporte. En ese momento, "disciplina” en cuanto sector deportivo se identifica con "disciplina” en cuanto dedicación de calidad.

Ese ha sido el sentido que la industria ha transitado bajo el término "competitividad”. Abarca desde la situación financiera eficiente hasta los procesos de producción de calidad, desde la consideración de los mercados hasta la cercanía física de los competidores en clústers, desde los recursos humanos calificados hasta la rentabilidad que permita reinversión, desde la salud y seguridad de cada operador/a hasta la excelencia medioambiental y la relación con las comunidades del entorno de la planta, desde el diseño reciclable hasta la gestión de residuos minimizada, desde la logística de la materia prima hasta el flete de traslado. Nada escapa a la competitividad. Y bien saben los promotores públicos y privados que el emprendedorismo lleva adherido a la piel estos desafíos para que la empresa siempre se transforme por la innovación tecnológica.

Cituis, altius y fortius es un símbolo para la creatividad, las artes, las producciones cinematográficas o la música. También es símbolo para la vida social en las familias, los barrios, las oficinas públicas, los servicios de salud o las metas en seguridad. Es que "más rápido, más alto, más fuerte" define la grandeza de las posibilidades humanas, de cada mujer y cada hombre, y aún de su misma felicidad. Por eso define el sentido de la educación.

Fernando Savater, al comienzo de su libro "El valor de educar”, recuerda una frase de Marco Aurelio: "Los hombres han nacido unos para los otros; edúcales o padécelos”. Algo así supone el juego de palabras que cambia de "¿qué mundo le estamos dejando a nuestros hijos?” a "¿qué hijos le estamos dejando a nuestro mundo?”.

El escándalo que ha generado la propuesta del gobierno bonaerense de modificar los aplazos y materias previas pone en el tapete situaciones similares y cotidianas en muchos establecimientos educativos de gestión pública y privada, donde los criterios de evaluación que orientan el proyecto educativo en su totalidad apartan al estudiante de cualquier sentido de calidad para su propia vida, con sus expectativas laborales o sociales. Si en nuestra Universidad Nacional (sin considerar la Universidad Católica) la mitad de los alumnos aprueba una materia al año de una meta aproximada de 8 y la otra mitad eleva poco esa estadística, pareciera que de hecho hay un sistema más o menos reglamentado en todos los niveles que se aleja de los ideales olímpicos, esos que identifican la grandeza personal o social, académica, deportiva y laboral.

Cuando cada mañana un educador o un alumno parte para la escuela o la universidad, ¿siente en su interior aquella expresión de San Estanislao que tanto ayudó a los polacos en sus innumerables renacimientos: "hemos nacido para las cosas grandes”? ¿O sale tarareando a Víctor Heredia: "Me preguntaron como vivía; dije: sobreviviendo”

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