Más Sarmiento y menos clonazepam

Mientras que en Argentina es un fenómeno no analizado estadísticamente, en Estados Unidosse sabe que mueren más personas por la ingesta de medicamentos que por otras enfermedades o accidentes automovilísticos.
domingo, 3 de agosto de 2014 10:43
domingo, 3 de agosto de 2014 10:43

Por: Ivan Grgic

Hace unos días el diario La Nación publicó una entrevista a la doctora Mónica Müller, homeótapa y publicista, que había publicado un libro ante los alarmantes indicadores de consumo de medicamentos. Más allá de denunciar el invento de enfermedades "con el objeto de ampliar el mercado hasta que todos se vuelvan enfermos", Müller señala el apremio de una "cultura de la pastilla” donde  nadie pregunta qué hacer, sino qué tomar.

Eso explica que hace poco una educadora haya visto a una colega que ingresaba nerviosa en una sala de profesores mientras exclamaba: "¿alguien tiene una pastilla?” A la normalidad de la pregunta acudió la tranquila respuesta de varios bolsos que se abrían en busca de opciones. Múller advierte que esa libertad de disposición de medicamentos es la segunda causa del problema, porque los vuelve "un producto de consumo, que se asimila a un cosmético o a una golosina, que nos parece natural”. Mientras que en Argentina es un fenómeno no analizado estadísticamente, en Estados Unidosse sabe que mueren más personas por la ingesta de medicamentos que por otras enfermedades o accidentes automovilísticos.

Esta inquietante costumbre se vuelve perturbadora cuando se verifica en otro ambiente como el de los boliches. Que los chicos tomen pastillas de cualquier tipo en un lugar de fiesta es también un dato de cada fin de semana en San Juan. Puede ser un estimulante que se agregue al vodka o excitante sexual que le asegure con éxito la salida a un joven, puede ser que la píldora "se la pongan” en la bebida o que en un diálogo canchero se comparta el comprimido. ¿Y luego? Lamentablemente ya no sólo hay que observar las estadísticas de accidentes, sino las variadas formas de acceder a Urgencias del Rawson en estados calamitosos. Así, la situación de una chica que fue con sus amigas a un boliche de Rivadavia, que tomó una pastilla con alcohol, que sus amigas luego abandonaron y terminó violada en Médano de Oro, no parece ser un caso aislado. La aterradora y desfigurante experiencia es el simbólico extremo de una serie de situaciones que tienen el denominador común de las pastillas en los boliches.

Esta normalidad se debe enfrentar desde el control de los comprimidos en los boliches, pero sobre todo desde la propia decisión. Por eso, cuando en simultáneo con estos datos se exhibieron fotografías en una niña que recogía libros en el frente de Gaza, en medio de los bombardeos israelíes que ya superaron toda justificación posible, la memoria se dirigió a aquella bellísima película: "Ladrona de libros” (2013). Es la historia de Liesel narrada por la muerte. La pequeña es analfabeta en medio de la Alemania naziy, luego de aprender a leer con un ritual de difuntos se anima a más, como salvar un libro de una fogatao sacar otros de la biblioteca del alcalde. Al final la voz narrante de la muerte que ha arrasado con los seres queridos de Liesel, vuelve sobre la pequeña, ya anciana y siempre apasionada, y se pregunta cómo debe sentirse estar vivo.

Las preguntas sobre educación, sobre cultura popular, sobre lectura en las familias no son preguntas con "salida laboral”: son preguntas con sentido existencial. Si de un lado esta la muerte que mira y se adueña de boliches y espacioscorrientes, de jóvenes y adultos en tantas decisiones cotidianas, de otro lado está la vida como en Liesel. Ella puede optar por el sentido profundo de la existencia que brota de cada palabra en un libro, de cada historia narrada, de cada relato que convierte las letrasen alas para la imaginación. La niña de Gaza también lleva sobre sus hombros la decisión de salvar las semillas, de evadir la guerra, de sortear los escombros y esquivar elexterminio. Es que la muerte nunca es más grande que Liesel o la niña de Gazasalvando sus libros entre fuego y escombros. Nunca.

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