domingo, 1 de junio de 2014
01:52
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Por Raúl Moreno. Contador Público. MBA
A pocos días del inicio del mundial de fútbol de Brasil, las noticias de reclamos, protestas y manifestaciones se han multiplicado, por lo que gran parte de los brasileños consideran es un gasto inútil o por lo menos no tan prioritario como lo son la educación, la salud o la seguridad.
Lo que debiera ser una fiesta se ha transformado en un problema serio amplificado por la tremenda difusión que el evento le aporta.
La economía brasileña, ahora se sabe, no está pasando por su mejor momento. Con un constante aumento de la inflación, las últimas noticias dan cuenta que el índice de confianza del consumidor ha tocado un valor mínimo que no se había registrado en el último lustro.
El mundial fue planificado con la suficiente antelación en otra época, el mejor momento del gobierno de "Lula” Da Silva a fines del año 2006, cuando la economía florecía y Brasil integraba el selecto y codiciado grupo de los BRICs. Otras épocas.
En el año 2001 el economista Jim O'Neill ya había inventado la sigla BRIC para agrupar a los principales mercados emergentes. Una suerte de podio donde se destacaban los países encantados, los que recibirían la gracia de ser elegidos por las mayores inversiones en el futuro.
Pero el impulso de estos cuatro países (Brasil, Rusia, India y China) comenzó a ser menos vigoroso con el transcurrir del tiempo.
El mismo economista que inventó la sigla "BRIC” sostuvo recientemente que su predicción fue errónea y que solamente China merece la atención del mercado mundial. Es tan así que ahora inventó una nueva sigla ("MINT”) para listar a los países que ahora podrían ocupar el renovado podio (México, Indonesia, Nigeria y Turquía).
Se difundió esta semana el informe anual de la CEPAL sobre las inversiones extranjeras directas que llegaron a Latinoamérica. La región sigue siendo un destino elegido por los mercados financieros. El importe total de las inversiones aumentó un 5%, pero ese aumento no tuvo una distribución pareja.
Cuando comenzamos a desmenuzar los números vemos que el país que mayor ha crecido ha sido precisamente México, con un aumento del 117%. El resto de los países no ha tenido tanta suerte. A Sudamérica llegó un 8% menos de inversiones y específicamente a nuestro país llegó un 25% menos en el 2013. Hemos perdido el encanto.
Aunque nuestra presidenta se ilusiona con la invitación de los BRICs a participar de su reunión anual, el grupo ya no es el que genera mayores expectativas.
El encanto perdido se nota aún más cuando analizamos nuestro país. En el año 2010 de cada cien pesos que llegaban a Sudamérica, 12 pesos eran para la Argentina y 7 pesos eran para Colombia. Ahora, en el 2013, de cada cien pesos que se invierten, 7 pesos son para Argentina y 13 pesos para Colombia. La relación se invirtió.
En el 2013 ingresaron en Argentina 3.000 millones de dólares menos que el año anterior, lo que representa una disminución del 25%.
En ese contexto, el acuerdo alcanzado con el Club de París pretende generar un flujo positivo para que nuestro país seduzca a los inversores. Volverá Argentina a recibir la inversión que llegaba hasta 2012? Alcanzará el acuerdo para lograrlo? Recuperaremos el encanto perdido?
Con la firma del acuerdo surge una nueva pregunta, por qué se acordó ahora y no se acordó antes, incluso cuando la misma presidenta firmó el decreto 1394, el 2 de Septiembre de 2008, ordenando pagar la deuda de contado, que textualmente rezaba: "Dispónese la cancelación total de la deuda contraída con el Club de París (sus países miembros con acreencia vencida o a vencer respecto de la República Argentina) con reservas de libre disponibilidad”. En ese momento, las reservas internacionales del banco Central superaban los 47.000 millones de dólares y seguían creciendo.
Sin embargo, no se pagó entonces y se dejaron pasar 6 años aumentando los intereses de la deuda. Por esta demora, ahora usted, yo y cada argentino tenemos que pagar más de $800 de intereses adicionales, mientras seguimos esperando recuperar el encanto perdido.