Un Beato para todos

El Beato José Gabriel aprendió a mirar la totalidad de cada persona, su profundidad y su “cuero”, su pasado, presente y futuro, su tierra y su cielo, su infierno y su redención
domingo, 15 de septiembre de 2013 01:04
domingo, 15 de septiembre de 2013 01:04

 Por: Ivan Grgic

 Roald Viganó, en un libro inédito llamado "Brochero y Hernández, un llamado a la profundidad”, habla de ambos como "el mas grande de los poetas gauchescos y el mas gaucho de los curas… Uno, con  amor de sacerdote atrajo a los espacios de Dios al iletrado paisanaje de las sierras; el otro, con amor de poeta devolvió el sentido de la dignidad humana al humillado gauchaje de la llanura”.

Esta cita toma altura luego de que ayer la Iglesia Católica beatificara a José Gabriel del Rosario Brochero, el cura que le sacó brillo al "alma del alma” del pueblo con retiros ignacianos, haciendo caminos, luchando por el tren y su entrega que llegó hasta la muerte por la lepra.

 

Que alguien sea declarado "beato” significa que se lo puede venerar en el país donde vivió, luego de haber comprobado un milagro que Dios hizo por su intercesión. Y se realizó en Nicolás Flores. A los 11 meses de vida sufrió un terrible accidente automovilístico y, mientras parecía morir su padre lo tenía en sus brazos y le rezaba al Cura que lo ayudara a vivir y quedara bien. 13 años después el Vaticano confirmaba la veracidad del milagro y Nico se enteraba que su historia serviría para beatificar al Cura gaucho, aunque él ya lo sabía. Siempre lo supo y veneró por eso. Venerar significa que las oraciones dirigidas a Dios pueden tener a Brochero como intercesor y se lo puede imitar. Pero al Cura, ¿lo pueden imitar solo los católicos, o los curas? ¿O es alguien que puede ser modelo para cualquiera?

"El que se quema con leche ve la vaca y llora” dice el refrán, y nuestra sociedad quemada con tantos líderes corruptos tiene una crisis de desilusión tan grande que no quiere asumir modelos. Pero eso no quita que no lo haga. Políticos, filósofos, madres y padres, deportistas, personas comprometidas socialmente van recibiendo diversos reconocimientos, como se hiciera en San Juan hace unas semanas con Susana Trimarco, la mamá de Marita Verón y de tantas mujeres que la sienten "su” madre. Es que la crisis de representatividad no ha frenado la necesidad de valorar a quien se entrega, reconocer a quien va más lejos en la virtud, imitar a quien ama más de los límites. Si, el Cura Brochero puede ser imitado por el que quiera.

Se lo puede imitar en la mirada. El Beato José Gabriel aprendió a mirar la totalidad de cada persona, su profundidad y su "cuero”, su pasado, presente y futuro, su tierra y su cielo, su infierno y su redención. Es todo un esfuerzo mirar así sea a nosotros mismos o a los demás, ya que los tiempos actuales nos han puesto el virus de cosificar, clasificando y encajando a todo en un determinado lugar de vida y pensamiento, de tal manera que nadie puede ser distinto, ni mejor, ni nuevo, ni santo.

El Cura Gaucho tuvo siempre buen humor, que es el origen de la buena mirada y la mayor parte de sus historias tienen que ver con los disparos alegres de su genio. "Te fregaste diablo” fue el discurso inaugural de su Casa de Ejercicios Espirituales, o "hubieron dos milagros en el Huerto de los Olivos: que Jesús curara la oreja cortada por la espada de Pedro, y que Pedro no le cortara la cabeza porque de soldado no tenía nada!”, o cuando envía 140 duraznos en mula al Ministro Civit con el fin de promover la construcción del ramal del tren y le dice que hubiera querido enviarle 1000 pero en mula hubiesen llegado rotos y podridos aunque en tren hubiesen llegado bien, o cuando el obispo de Córdoba, Monseñor Fray Reginaldo Toro, invitado por Brochero a la parroquia, sufre un ataque de hemiplejia y el Cura, que sufre dolor de muelas, envía un telegrama: "Toro empastado, media res muerta. Mande médico. Yo loco muelas". El Beato José sabía bien "Dios es como los piojos, está con todos, pero sobre todo con los pobres”.

José Brochero fue licenciado en filosofía y en derecho, y, sin embargo, el pueblo no supo de sus títulos sino de su palabra tan profunda como cercana, tan teóloga como popular, tan estudiada como aplicada en ejemplos. Lo importante no era lo que tenía por decir sino lo que el corazón de la gente tenía para recibir: ese era el criterio de su habla. También estaba convencido que la tierra es camino, pero también es rancho donde los cueros corporales tienen su espacio para vivir. Caminar la vida hacia otra vida era una experiencia de lo diario, de la familia y el trabajo, de los esfuerzos y los descansos, de las luchas y los rezos. Por eso era tan importante para él la tierra y el cielo, lo cotidiano y lo eterno, el tren y los retiros espirituales, el camino a Córdoba o la oración hacia Dios.

A José Gabriel se lo puede definir con la frase del protagonista de la película "Una mente brillante”, John Nash al recibir el premio Nobel. Científico hasta la locura pudo comprobar que "solo en las misteriosas ecuaciones de amor puede uno encontrar lógica y razón. Tú eres la razón por la que soy. Tú eres todas mis razones”. Casi ciego, sin nariz ni tacto, pobre como el más pobre de sus paisanos aunque se consideraba rico por su gente, el Cura falleció el 26 de enero de 1914 con 71 años, apretando el crucifijo y el rosario entre sus manos y diciendo: "Ya tengo los aparejos listos para el viaje. Me fío de la misericordia de Dios”. Que Brochero rece por nosotros, y nosotros seamos lo mejor de nosotros con su ejemplo.
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