La opción de la in-tolerancia

Respetar” es detenernos ante alguien, ponernos cara a cara con un igual, otro yo pensante y amante, creyente y soñador. Frente a otra persona se puede descubrir historias de vida, alegrías y tristezas, defectos y capacidades, ideas similares o diferentes y, sobre todo, más sueños en común que separaciones.
domingo, 24 de noviembre de 2013 08:00
domingo, 24 de noviembre de 2013 08:00

 Por Ivan Grgic

El diccionario Larousse define "tolerar” como: 1) soportar, sufrir; 2) aceptar, soportar a alguien cuya presencia es molesta o desagradable; 3) permitir; 4) aguantar, admitir, resistir sin recibir daño; 5) aceptar, admitir ideas u opiniones distintas de las propias. Si bien el concepto se puede rastrear en Aristóteles o los filósofos del S. XIII, la "Carta sobre la tolerancia” de John Locke en 1685 marcó una orientación hasta nuestros días, que se ve reflejada en la definición.


La tolerancia es una ley ética mundial que se impuso desde la Guerra Fría en los últimos 60 años que se ha enarbolado de muchas maneras, a tal punto que, cuando se deja de soportar, de sufrir, de aguantar, de permitir o de aceptar, aparece la intolerancia. En nuestros días innumerables muestras intolerantes se pueden observar en una iglesia donde confluyen diversas religiones para orar, en grafitis hirientes contra el que piensa diferente, en una pareja que censuran en redes sociales cuando quieren subir fotos de su bebé que solo vivirá algunas horas, en la discriminación por el color del pelo para entrar en una fiesta, en una Miss América de raíces indias y o el cotidiano bullying escolar. Puede ser Europa o Asia, Oriente Medio o África, Latinoamérica o el norte. En todos lados y a diario, mientras se pregona la tolerancia, la creatividad del desprecio se esfuerza  por sorprendernos.

Dice el peruano Acuña Vigil: "en su ambigüedad esencial, tolerar presupone una apreciación negativa de aquello mismo que se tolera. De esta raíz condenatoria resulta la negatividad aneja a la tolerancia y la sospecha fundada de que ella sea una máscara para embozar el odio y el desprecio del otro y de lo otro”. Es decir que la tolerancia tiene en sí una aversión que, tarde o temprano, se traduce en violencia.

 Entonces, quizá sea el momento de dejar la tolerancia y pasar a la "in-tolerancia”. Mientras que "tolerar” nos pone en el límite del aguante, de lo soportable y de lo molesto,  "In-tolerar” nos invita a atravesar una especie de capa que parece recubrir algo guardado y encapsulado. Atravesar esa capa es in-tolerar, y es el desafío del respeto. En palabras de Acuña: "si se trata de reconocimiento igual y de igual respeto, el medio idóneo no es el de la tolerancia y sí el de la extensión de la ciudadanía política como reconocimiento de la misma legitimidad de derecho y de la dimensión colectiva de la identidad”.

"Respetar” es detenernos ante alguien, ponernos cara a cara con un igual, otro yo pensante y amante, creyente y soñador. Frente a otra persona se puede descubrir historias de vida, alegrías y tristezas, defectos y capacidades, ideas similares o diferentes y, sobre todo, más sueños en común que separaciones. Se podría afirmar que, cuando no se anhela el respeto como el paso que sigue a la tolerancia, ésta impone un techo que termina empujando hacia atrás. O sea, contra el otro.

 Así como la tolerancia lleva en sus entrañas cierta incapacidad de aceptación, el respeto incluye un llamado: la comprensión. Anthony Hopkins en el personaje del expresidente norteamericano John Quincy Adams en el film "Amistad” de Spielberg, pasa de tolerar el racismo y la esclavitud con el cual se desentiende de los esclavos, al respeto que escucha sus historias y de ahí a la comprensión por la que se convierte en el defensor de los acusados.

El respeto y la comprensión del personaje de Hopkins no demanda uniformidad a sus pares de la Corte de Justicia, ni a los abogados fiscales o querellantes, ni a los compañeros de Caqué, el esclavo de África que quiere la libertad para todos. Con sus metáforas de plantas y flores va descubriendo que la grandeza y belleza humana está en la armonía que integra diversidad. Si ese es el objetivo, hay que in-tolerar: penetrar la capa de rebote con que la tolerancia recubre todo para respetar y, luego, comprender.

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