¡Es la República, estúpido!

“La economía, estúpido" (the economy, stupid), fue la famosa frase de la campaña electoral de Bill Clinton en 1992, con la cual se mostró atento a la vida cotidiana de los ciudadanos. Moro al plantear la conciencia ciudadana como eje de una comunidad hubiese respondido: “es la república.
domingo, 17 de noviembre de 2013 00:41
domingo, 17 de noviembre de 2013 00:41

 Por Ivan Grgic

Hace unos años falleció un pensador muy importante de esta tierra sanjuanina, el Profesor Eduardo Leonardelli, que había publicado en 2007 "Historia de las ideas políticas” como fruto de sus largos años de estudio y docencia.

El libro comienza con la presentación del primer politólogo moderno, Nicolás de Maquiavelo quien vivió desde fines de los 1400 hasta los comienzos del S. XVI en Florencia al norte de Italia. Para Maquiavelo lo importante en la vida de los hombres es el estado constituido por individuos, malos de nacimiento y necesitados de un gobierno que guie con definiciones útiles y efectivas. Estos viven con ansias de poder, de dinero y con la tranquilidad posibilidad de vengarse cuando sea necesario. "En política obra de tal manera que cuando los hechos te acusen el éxito te excuse. El resultado exitoso hace olvidar cualquier ignominia”, afirma el Secretario Florentino en sus Discursos. Para este fin valen todos los medios y es necesaria la religión como factor de unidad y sumisión. Y más aún: se debe politizar la ética, orientada a conquistar, conservar y engrandecer el poder del estado. Es una ética política que después tomará el nombre de "razón de estado”. Es que "hay razones que la moral corriente no interpreta ni acepta, exigidas por la salvación de la patria”. La política, entonces, es una técnica de dominio.


Mientras Maquiavelo presentaba en Italia "El Príncipe” en 1512, Tomás Moro terminaba de escribir en Londres su "Utopía”. Eran tiempos del rey Enrique VIII, aquél que luego rompería con el papado para seguir sus deseos y de quien Moro era Canciller. En su pensamiento el eje es la ética de la conciencia, donde se unen por el bien común todos los ciudadanos antes de cualquier estado y gobierno, antes incluso de la fe religiosa. Utopía es una imaginaria República con la cual se ve claramente las consecuencias de la avidez de poder y codicia, la sustitución del trabajo agropecuario por la mendicidad en las urbes debido a la pobreza, y otros males que llenan de desesperanza a los hombres. Es que en Utopía se vive la verdadera igualdad con libertad, el trabajo, la justicia que se aplica en los funcionarios que llevan a la pobreza a los ciudadanos, la belleza de los hogares, la importancia de todas las familias como base del sistema político y el gobierno como servidor de lo cotidiano.

Pasarán dos siglos hasta encontrarnos con dos pensadores separados alrededor de 100 años entre sí en Escocia y Alemania, que reflexionan sobre el individuo y su contexto económico: Adam Smith y Carlos Marx. Especialmente en "La Riqueza de las Naciones” y "El Capital”, ambos brindarán sus repuestas a la revolución económica que se estaba generando con la nueva industria. Según la tesis del escocés la clave del bienestar de la sociedad está en el crecimiento económico con división del trabajo y libre competencia, que se profundiza con la extensión de los mercados y se corrige naturalmente en el sistema. Marx, por su lado, exige una revolución proletaria para dar vuelta la alienación económica, que cambie de raíz el sistema capitalista que no ha generado más que esclavitud y el poder de la burguesía. Si bien los análisis tienen aciertos y desaciertos, dice Leonardelli que el error "radica en cuanto absolutiza y otorga valor metafísico a un hecho empírico como es la economía”.

Entonces, ¿cuál es el problema fundamental, la raíz, el inicio de cualquier análisis social?

"La economía, estúpido" (the economy, stupid), fue la famosa frase de la campaña electoral de Bill Clinton en 1992, con la cual se mostró atento a la vida cotidiana de los ciudadanos y sus necesidades inmediatas. Esta sería la respuesta de Smith y de Marx, con todas sus variantes y seguidores hasta la actualidad. Tal vez pueda aplicarse a los ’90 en nuestro país. La gente es el objetivo, pero la economía es "el” tema y los técnicos son los insustituibles.

Frente a esa respuesta, Maquiavelo podría decir "es la política, estúpido”, asentando toda esencia del sistema democrático en los gobernantes y su entorno político partidario. Nuestra región puede ofrecer una imagen de esa respuesta en los ’80 o el comienzo del S XXI. Ambas respuestas, economía y política, tienen a los ciudadanos como argumento, pero no como protagonistas y destinatarios definitivos. Economía o política, llevadas al extremo, nos vuelven maquiavélicos, liberales deshumanizados o marxistas sin respeto por el otro.

Moro al plantear la conciencia ciudadana como eje hubiese respondido: "es la república” (dejando el "estúpido” para que lo diga su rey). En esa respuesta queda claro que el sujeto y eje de una nación es la gente en comunidad, que el protagonista esencial es el ciudadano comprometido, que las virtudes sociales animan los hechos, que la justicia se aplica desde arriba para abajo, y que la política y la economía son instrumentos de la democracia republicana. Solo en la República el poder sigue siendo del pueblo.

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