Memoria

El doloroso final del cartero de “El Chavo del 8″: lo encontraron sin vida en el set de grabación

Raúl Padilla murió el 3 de febrero de 1994 víctima de una diabetes que en un principio supo controlar. Roberto Gómez Bolaños, Chespirito, recordó ese día en su libro.
viernes, 31 de julio de 2020 11:57
viernes, 31 de julio de 2020 11:57

"Tenía los ojitos cerrados, como si nomás estuviera durmiendo". Con esas palabras, Roberto Gómez Bolaños, Chespirito, contó cómo fue el momento que encontró muerto a Raúl Chato Padilla, más conocido como Don Jaimito en el Chavo del 8. Aquella dolorosa escena la recordó en su libro autobiográfico, "Sin querer, queriendo". 

Raúl Padilla murió el 3 de febrero de 1994 víctima de una diabetes que en un principio supo controlar. Sin embargo con el correr de los años, la enfermedad no dio tregua y cuando alcanzó los 75 años murió en el set de grabaciones. Sus restos fueron cremados en el Panteón Civil de Dolores, en la Ciudad de México, y entregados a su familia.

“Después de grabar lo estuve esperando en la escalera para demostrarle que yo también podía brincar desde el quinto escalón de la escalera. Pero no bajaba. Entonces subí para ver si le pasaba algo y lo que pasaba es que ya estaba muerto", relató Chespirito en su libro.

Con una pluma que genera una afinidad con el lector por la cercanía en los detalles de lo que ocurrió, Gómez Bolaños contó que cuando se acercó a él "tenía los ojitos cerrados, como si nomás estuviera durmiendo. Hasta parecía que estaba soñando algo bonito, tenía cara de estar contento. Pero no puede ser, porque ni modo que le diera gusto morirse. O quién sabe, porque Jaimito siempre decía que quería evitar la fatiga… o sea que ya evitó la fatiga para siempre”. 

Raúl Padillo es recordado por todos los seguidores de El Chavo del 8 como el viejito de cabellera blanca, tranco cansino y que iba con su bicicleta a cuestas. “Es que quiero evitar la fatiga...”, fue la frase que lo marcó en su libreto pero también fuera de éste... en la memoria de los niños que hoy pintan canas.

Nacido el 17 de junio de 1918 en Monterrey, México, Padilla entró en el mundo de la actuación de la mano de su padre, el reconocido empresario teatral Don Juan Padilla, quien le hizo conocer ese mundo. Estudió actuación desde los 4 años de edad y ya adulto participó en más de 60 producciones tanto televisivas como en cine.

Si bien tuvo una faceta que varió en todos los géneros, la comedia fue el que más lo atrapó y con el que se ganó el corazón de todos. 
“Mis primeros años no fueron más que teatro, teatro y teatro. Hoy me doy cuenta de que la vida de todos ha sido normal; la mía no. Mi vida ha sido aburrida, no como la de otro chico. Tengo 64 y empecé a trabajar en el teatro el 3 de septiembre de 1923 (a los cinco años). Desde entonces no hice más que actuar”, recordó en alguna oportunidad según el registro de Infobae.

“Todos han tenido un hogar, se desarrollaron, pero yo no. Nunca tuve un hogar. Mi vida transcurrió entre escenarios y libretos, primero acompañando a mi padre y luego por mi profesión”, lamentó una vez en la ya desaparecida revista Cromos.

Chato hacía referencia a su pasado con la misma nostalgia con la que hablaba cuando se ponía en la piel de Jaimito, oriundo de Tangamandapio. Gracias al personaje creado por Roberto Gómez Bolaños (Chespirito), ese pueblito que se creía ficticio cobró gran popularidad. No solo que aparece en los mapas –el cartero decía que no figuraba porque era más grande que Nueva York-, sino que su plaza principal guarda un recuerdo imborrable de Padilla: una estatua, inaugurada en 2012 con una gran plaqueta en su honor, le agradece que Tangamandapio adquiriera semejante fama.

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