Interpretó por años a James Bond y su cara rápidamente los espectadores la vinculan a la saga que conquistó Hollywood. Sus ardientes ojos azules los conserva junto a su cincelada mandíbula. Pierce Brosnan ya no es la típica estrella de Hollywood y se mantiene más con perfil bajo disfrutando de su vica en pareja con su esposa Keely Shaye.
Esta semana, el actor de 65 años y su pareja de 54 años de edad cumplieron 25 años de casados y la prensa inglesa los recordó como una de las duplas del amor que logró fortalecerse con el paso de los años, algo casi imposible en Hollywood.
Si bien se permitieron una boda de 1.5 millones de dólares en 2001 y comparten un código postal con multimillonarios como Kris Jenner, ahora viven una vida discreta. Y aunque puede jugar a amarlos y dejarlos como el agente doble James Bond, Pierce ha descrito a su esposa, a quien conoció en un bar en México en 1994 y tiernamente llama "mi niña", como "una fortaleza que no podría vivir sin ella".
Lo cierto es que más allá del amor, el cambio de la figura de ambos es lo que más llamó la atención de los seguidores del mundo del espectáculo. Si bien en la memoria popular se conserva la imagen de Brosnan con la figura de James Bond, los años no vienieron solos y tanto él como su mujer no dudan en mostrarse tal cual son, lejos de cirugias y photoshop.
A pesar de trabajar junto a algunas de las actrices más bellas del mundo, incluida Halle Berry, la pareja nunca se vio golpeada con rumores de engaños o separación. Pero no ha sido un viaje tranquilo, y Pierce ha descrito a Keely, que no es su rubia estereotípica delgada de Hollywood, como su "Estrella del Norte", después de que ella lo guió a través de una serie de tragedias personales.
En su 25 aniversario, Pierce compartió una foto de él y Keely mirándose cariñosamente a los ojos junto con la leyenda: "Gracias por el amor mi amor de los últimos 25 años en adelante".
La pareja ahora prefiere pasar el mayor tiempo posible en la playa, frente a su mansión de Malibú, que cuesta 13 millones de dólares, es ecológica y está hecha de madera reciclada. Tiene un jardín Zen completo con puertas talladas y estatuas de Buda.