Javier Bazterrica, el "gigoló estafador", que en los últimos días ganó popularidad tras conocerse que presuntamente sedujo a más de 100 mujeres para robarle tiene un pedido de captura de la Justicia de la Ciudad de Rosario.
Según trascendió la policía lo busca precisamente por una causa abierta que tiene desde 2013 a raíz de la denuncia de una estudiante de derecho, quien lo acusó de seducirla y robarle 82 mil pesos.
Bazterrica saltó a los medios por su relación con Adriana Mendoza, hermana de Flavio Mendoza, quien también dijo haber sido estafada económicamente por el seductor. El "gigoló" se enteró de la orden judicial mientras estaba en una entrevista con Chiche Gelblung y salió corriendo del estudio de TV.
Pero además en diversos sitios y en programas de televisión comenzaron a difundirse diversos consejos para no caer en el engaño de estos hombres.
"Estas personas suelen ser muy agradables y simular un gran interés por el otro y, justamente por eso, son difíciles de identificar a simple vista. Una de las claves es mirar con atención si existe coherencia entre sus dichos y sus acciones. "Es muy habitual que desplieguen una realidad desde la palabra que es muy difícil de comprobar en los hechos", dice psicólogo Sebastián Girona.
También es importante ver cómo se manejan en diferentes espacios y con otras personas. "Es cuestión de tiempo que, así como se manejan con otros, se manejen con uno (los psicópatas y cualquier otra personalidad)", detalla Fernández Ortega. Además, suelen ejercer un control casi total en el vínculo e intentan que siempre se haga lo que ellos quieren.
Desde el punto de vista legal, Sergio Muraca, profesor asociado de Derecho Penal I de la Universidad Abierta Interamericana, coincide con la dificultad de que el estafador sea fácilmente reconocido: "Es alguien que está en las sombras tendiendo su red a la espera de que 'caiga' su víctima por lo que, a priori, no resultará fácil de señalar". En este caso en particular, dice el especialista, "esta persona aparece ostentando apellidos y modos de vida pomposos en las redes sociales, por lo que en principio no resulta alguien indicado como para generar mucha confianza. Estos sujetos despliegan su ardid sabiendo que existen personas ávidas de vincularse con gente de esa condición social, ya sea por necesidad espiritual o material y, así, terminan aceptando el contacto o -como sucedió en este caso- la víctima accede a compartir su vivienda", publicó el sitio Entre Mujeres.
Fuente: Clarín y Los Andes