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A un año del asesinato de Fernando: cómo es el día a día de los rugbiers en la cárcel

Desde el Servicio Penitenciario aseguran que están "bastante adaptados" a la vida carcelaria. Por ahora, no tienen contacto con otros reclusos.
domingo, 17 de enero de 2021 18:44
domingo, 17 de enero de 2021 18:44

Poco quedó de aquellos cuerpos, en su mayoría robustos, exhibidos en las fotos que se conocieron los primeros días después de haber asesinado a golpes a Fernando Báez Sosa. Tras un año de encierro en la alcaidía 3 de Melchor Romero, en La Plata, la rutina de los rugbiers pasa por otro lado: leen, fuman y suelen recibir asistencia espiritual de parte un pastor.

Máximo Thomsen (20 años), Ciro Pertossi (20), Luciano Pertossi (19), Lucas Pertossi (21), Enzo Comelli (20), Matías Benicelli (21), Blas Cinalli (19) y Ayrton Viollaz (21) cumplen actualmente prisión preventiva, acusados de “homicidio doblemente agravado por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas”, por el brutal ataque en manada ocurrido en la madrugada del 18 de enero de 2020 en la puerta del boliche Le Brique, en Villa Gesell.

El 17 de noviembre concluyó la etapa de instrucción llevada adelante por la UFI 6, a cargo de Verónica Zamboni. Ese día, la fiscal requirió al juez de Garantías, David Mancinelli, que los ocho rugbiers vayan a juicio oral. Los dos restantes que estuvieron en la discoteca la noche del crimen, Alejo Milanesi (19) y Juan Pedro Guarino (19), pasaron tres semanas en la cárcel, luego se les redujo la carátula a “partícipes necesarios” y, al no probarse su participación en el crimen, finalmente fueron sobreseídos. El magistrado debe definir la fecha de inicio del proceso que puede derivar en la prisión perpetua para los detenidos, aunque se especula que no será antes de julio o agosto.

Los acusados cuentan 365 días tras las rejas, alojados en un mismo pabellón y en calabozos de tres metros por tres, con dos camas y un baño. Recuperaron el ánimo desde que se levantaron las restricciones impuestas a raíz de la pandemia y pudieron volver a recibir visitas: cada semana, familiares y amigos les llevan libros, ropas, alimentos, elementos de higiene, yerba y cigarrillos.

Varios matan el tiempo tendidos en sus camas leyendo y tomando mate. No hacen terapia psicológica, pero sí hablan seguido con uno de los pastores que suele acercarse a los reclusos.

En un intento por recuperar parte de la rutina trunca de sus épocas como deportistas en el club Náutico Arsenal Zárate, algunos hacen abdominales y trotan en las salidas diarias al patio, donde también se reúnen para conversar y tomar sol.

No tienen contacto con otros presos: el riesgo de ser agredidos persiste y todavía cuentan con custodia especial. Incluso, antes de ser trasladados al penal, circuló un video donde eran amenazados. Sin embargo, como le confiaron desde el Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), mantuvieron conversaciones rejas de por medio con otros detenidos y “hubo buena relación”.

“La verdad es que se los ve bastante bien adaptados. Y tienen buen trato también con el personal penitenciario”, agregó la fuente. Los rugbiers cumplen con el régimen de la unidad carcelaria de un modo similar al resto de los reclusos: comen los mismos alimentos y duermen en los mismos colchones. La única diferencia reside en los horarios de salida al patio.

Fuente: TN.

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