Cuando su pequeño hijo de 4 años le pidió que lo subiera a upa, él nunca imaginó que ésas serían sus últimas palabras y que cuando su cabecita se apoyara en el hombro, los ojos se cerrarían finalmente. Nicanor tenía 4 años y tenía una enfermedad congénita que sus padres desconocían hasta ese momento.
El nene reposó en los brazos de su papá y se durmió, a los pocos minutos se descompensó y luego convulsionó. Fue el tramo final en la vida del niño y el inicio de una nueva etapa en la vida de esa familia. Cuando los médicos detectaron que tenía muerte cerebral, los padres del pequeño no dudaron en dar vida a través de la donación de órganos.
“Queríamos darle la oportunidad a otros padres de poder salvar a sus hijos, una chance que nosotros no tuvimos”, contó Danilo, papá de Nicanor en TN.
Sin dudas esa decisión que tomaron Danilo y su mujer, Cinthia, fue la más dura que les tocó vivir. Pero fue el ejemplo más claro de amor a su hijo y la vida que él tenía.
“El lunes 24 de agosto fuimos juntos a hacer un mandado a la tarde, me pidió upa y se durmió en mi hombro”, relató el padre del niño desde Concepción del Uruguay, donde contó que el pequeño estuvo internado en el hospital Urquiza donde al cabo de media hora, los médicos consiguieron que su corazón volviera a latir tras una sucesión de paros cardíacos.
Luego lo trasladaron al hospital de Concordia, donde le detectaron que tenía una enfermedad congénita: síndrome del QT Largo. Éste es un trastorno del ritmo cardíaco que puede provocar latidos rápidos y caóticos, que muchas veces no es diagnosticado o se diagnostica erróneamente como un trastorno convulsivo, como la epilepsia.
Tras este diagnóstico, el pequeño fue trasladado al Hospital San Roque, en Paraná, pero él nunca recuperó el conocimiento. A las 48 horas, no reaccionaba ante ningún estímulo. “No había actividad del sistema nervioso central. Es la noticia más triste que te pueden dar”, lamentó Danilo.
“Dentro del dolor inmenso, los médicos hablaban de un protocolo para diagnosticar si había actividad cerebral porque estaban manteniendo las funciones orgánicas con máquinas. Fue ese el momento en el que espontáneamente dijimos que si no se podía hacer nada más, queríamos donar los órganos”, agregó.
Así fue como tras realizar los estudios de rigor, se habilitó la donación con INCUCAI y la vida del pequeño se extendió en la de otros cinco niños que esperaban un órgano.
“En medio de tanto dolor, nos dijeron que los análisis habían dado bien y que era compatible con cinco chicos que estaban en lista de espera y que necesitaban con urgencia un trasplante de riñón, hígado y córneas. Pasamos tres días esperando una oportunidad que nunca apareció para Nicanor. Si vos le podés dar esa chance a otra familia, esa que la vida no te dio a vos, sin lugar a dudas este acto te ayuda a sanar”, finalizó.
