Dolores

Crimen de Fernando Báez Sosa: entre lágrimas, los familiares visitaron a los rugbiers en la cárcel

En las bolsas de plástico traslúcido que los familiares traían en la mano se podían ver vasos y tazas de plástico, pares de zapatillas y ropa cuidadosamente doblada.
jueves, 30 de enero de 2020 19:30
jueves, 30 de enero de 2020 19:30

Con lágrimas en los ojos, con los rostros cubiertos o evitando las cámaras. Así ingresaron los padres de los rugbiers detenidos, en la Unidad Penitenciaria Nº 6 de Dolores, por la muerte de Fernando Báez Sosa.

Este jueves en la tarde fue la primera jornada de visita que tuvieron los 10 jóvenes detenidos y las emociones se conjugaron desde antes de ingresar a la cárcel. Luciano Pertossi, Ayrton Viollaz, Matías Benicelli, Alejo Milanesi, Blas Cinalli, Juan Pedro Guarino, Maximiliano Thomsen, Enzo Comelli, Ciro Pertossi y Lucas Pertossi pasaron este miércoles su primera noche en los calabozos de la cárcel de Dolores.

Allí durmieron en una celda con 5 camas cuchetas y un inodoro para compartir, por lo menos hasta que se firme el pedido de prisión preventiva en su contra y sean trasladados a otro penal, posiblemente la Unidad Nº 57 de Campana, reservada a jóvenes de 18 a 21 con una primera condena o prisión preventiva.

Según informó Infobae, este jueves, les tocó día de visita -que se reparten durante la semana por sector o por letra del apellido del detenido- de sus familiares. Desde las 7 de la mañana había ya fuera del penal una fila de parejas, padres e hijos esperando la estricta requisa de mercadería que traen para el resto de los reclusos y cerca de las 5 de la tarde se retiraron.

Pero los padres de los rugbiers, que solían visitarlos con menos controles en la Comisaría 1º de Pinamar, fueron citados más tarde. De esa forma se evitó no sólo el contacto con otros presos, sino también el contacto con otros familiares. “Están en un pabellón de refugiados esos giles”, le decía una chica a otra esta mañana. Al llegar todos juntos, se anunciaron en la misma puerta que todos los visitantes y esperaron de espaldas a las cámaras en la ventanilla de la oficina donde serán estrictamente revisados los bolsos y objetos que trajeron de acuerdo al intrincado reglamento penitenciario de visitas.

En las bolsas de plástico traslúcido que los familiares traían en la mano se podían ver vasos y tazas de plástico, pares de zapatillas y ropa cuidadosamente doblada que probablemente los rugbiers necesiten para dejar atras las mallas floreadas y remeras manga corta con las que los sorprendió la Policía Bonaerense en la casa en que se hospedaban en Villa Gesell.

Todos ingresaron al penal en silencio, de espaldas a las cámaras. Algunos prefirieron cubrirse los rostros o caminar con las cabezas gachas. El padre de Máximo Thomsen, el joven más complicado, acusado de la autoría material del crimen, esperó pacientemente a ser recibidos. Atrás se situaron los familiares de Juan Guarino y detrás de ellos, los padres de Alejo Milanesi, el único joven que no fue señalado por los testigos en las ruedas de reconocimiento, esperaron e ingresaron últimos, sin taparse ni bajar la mirada.

El paredón que da a la calle Alberdi, tras del cual se sitúa la alcaidía donde están alojados los jóvenes de Zárate, es uno de los puntos de atención desde hace 24 horas. Un auto con las ventanas bajas disminuyó la velocidad a media tarde y una mujer se asomó a los gritos en esa dirección: “¡Asesinos!”.

Fotos: Ezequiel Acuña

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