El 29 de octubre pasado, un femicidio conmocionaba a Mendoza. Una mujer fue asesinada por su pareja de la forma más brutal. Nueve meses después, la semana pasada, Julio Mendoza fue condenado a prisión perpetua y se cierra así un pedido incansable de la familia para que haya justicia. La víctima fue Ivana Milio y hoy su madre, Margarita Colavolpe rompió el silencio y contó detalles de la dureza que le tocó vivir tras el femicidio de su única hija mujer.
“Yo la vi en el cajón antes de que lo cerraran. Pedí verla; nunca me imaginé lo que iba a encontrar. No era Ivana, le faltaba todo. Era como un espantapájaros”, recordó la mamá en una entrevista que brindó en exclusiva con diario Los Andes.
La mujer relató lo duro que fue enterarse por dos de sus hijos -Juan y Cristian- que Ivana había muerto. En la funeraria intentaron reconstruirle el rostro a su hija pero, pese a haber buscado un experto en el tema, nada pudieron hacer. “No tenía nariz, no tenía ojos, se los habían hecho artificialmente. A la cara era como si le hubieran puesto arcilla”, describió asegurando que cuando la vió sintió: “Esta no es Ivana”.
“Yo he visto gente rota por todos lados. Estuve 22 años en la cochería, he visto de todo. Estaba acostumbrada porque he atendido muchas veces el servicio, pero nunca así”, agregó la mamá de Ivana quien pensó que "lo que le había hecho este tipo estaba solamente en el rostro" pero en el juicio se enteró que no fue así.
Es que en los alegatos iniciales, el fiscal Oscar Sívori describió el horror que vivió la mujer. "Cuando descubrí cómo la había quebrado, cómo la había lastimado, los golpes que le había dado, ese día me di cuenta todo lo que había hecho sufrir a mi hija y me fui a llorar desconsoladamente a la cama. Me tiré y lloré por más de una hora. Me llamaron mis hermanas, una detrás de la otra, y creo que recién ahí pude liberar el dolor que no me dejaba vivir”, detalló.
Ivana era mamá de Lucas, Matías y Renata. Tiempo antes del crimen, la mujer había perdido contacto con Colavolpe. “Ella trabajaba todo el día y en la noche llegaba a su casa a hacer las tareas del hogar, a atenderlo a él y el fin de semana se lo dedicaba a ese tipo. No se daba con nadie y me fue haciendo a un costado. Sólo nos comunicábamos por teléfono o mensajes. La última vez que nos vimos fue el domingo anterior al Día de la Madre y ese día ella le pidió a Renata una foto conmigo. Esa imagen quedó guardada en su teléfono y aún no la puedo tener”, recordó con los ojos húmedos.
Durante todo este tiempo, todas las noches Margarita pensaba en Ivana. “Tenía una especie de presentimiento, la imaginaba viniendo a decirme cuánto había sufrido. Desde entonces no salgo a la calle, no he ido ni al dentista porque he tenido esta pena encima... Ahora que pasó el juicio y ya me alivié voy a empezar un tratamiento de nuevo. El duelo es largo y lleva su tiempo”, finalizó.