Historia

Una historia de amor, desesperación y supervivencia: ella es la maestra del nombre único en Argentina

La joven de 24 años es maestra de primaria y su nombre se lo debe a un pedido que le hizo su abuelo a su madre. Conocé esta historia.
lunes, 19 de agosto de 2019 09:47
lunes, 19 de agosto de 2019 09:47

Su nombre no es resultado de una linda conjunción con su apellido. No es un nombre que pasara de generación en generación. Y tampoco está basado en algún personaje de novela o famoso actor o cantante. Su nombre representa el amor, la desesperación y la lucha por sobrevivir de una persona durante la Guerra Mundial. 

Esta joven argentina, de 24 años de edad y profesora de educación primaria, logró reconstruir la historia de su nombre apelando a la memoria de lo que le contó su abuelo Andrés y, como un rompecabezas, necesitó de cartas y otros detalles para saber por qué se llama así.

Su nombre es Marliese Muro Cash y se llama así por pedido de su abuelo, Don Andrés, un hombre que nació en 1907 en el Imperio Austro Húngaro y que le tocó atravesar la dureza de las Guerras Mundiales. "Siempre nos contaba que había vivido en una zona de muchísima violencia y hambre. Imaginate el impacto que había tenido eso en su vida que cuando estaba a punto de morir, ya a los 90 años, estaba desesperado porque creía que iban a bombardear la clínica", relató la joven en Infobae.

Don Andés era hijo único y vivió parte de su infancia al cuidado de su abuela, Justina. Su mamá y papá habían escapado de aquel país para refugiarse en Argentina hasta tanto poder tener los recursos que permitieran traer a este país al resto de la familia. Sin embargo, cuando él tenía apenas 8 años estalló la Primera Guerra Mundial y comenzó el primero de los infiernos. Luego llegaría  la Gran Guerra en 1914 y cambiaría su destino.

Foto: Télam

"El contexto era terrible, así que Justina buscó la forma de sacarlo de ahí para salvarlo", relató Merliese quien destacó que su abuela Justina lo ayudó a llegar a la frontera y del otro lado, su tía, lo esperó para cruzar a Alemania. "Mi abuelo nos contaba siempre lo que pasó esa noche fría. Justina lo vistió, lo dejó bonito y le dio dos bolsos, uno con ropa y otro con un jamón. Después le dijo que esa noche iban a ir juntos a la frontera. Que cuando ella le diera la orden, lo único que él tenía que hacer era correr, correr, no dejar de correr. Que cuando viera un alambrado trepara y lo saltara y que buscara a alguien que tuviera un cartel con su nombre", detalló.

Cuando llegaron al descampado fronterizo, Justina se agachó, lo abrigó, le dio un beso y le dijo una sola palabra: 'Corré'. "Esa fue la última vez que la vio", sigue la maestra, en diálogo con Infobae. "El recordaba que había corrido con todas sus fuerzas mientras las sirenas sonaban y los reflectores intentaban iluminarlo". Ese día de 1914 y del otro lado de la frontera, lo esperaba la mujer que lo protegió y lo cuidó: Marliese.

Aquella mujer y su marido, que no habían podido tener hijos, se jugaron el pellejo para rescatarlo. Durante los seis años que siguieron, lo protegieron, le dieron de comer y le permitieron estudiar "pero una de las cosas que él siempre recordaba es que el marido de Marliese era zapatero y le había hecho zapatos nuevos, un privilegio para ese momento. Mi abuelo siempre contaba el amor que esa mujer llamada Marliese le había tenido. El amor que tiene una madre por su hijo".

Tiempo después Andrés llegó a la Argentina gracias a sus padres y acá se casó y formó una familia. En el Imperio Austro Húngaro quedó su abuela Justina y en Alemania, su tía Marliese. En honor a ella la joven argentina recibió su nombre.

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