La mujer que hace tres semanas degolló a su hija de 9 años en el barrio porteño de Flores comenzó hoy a ser evaluada por una junta médica para determinar si es inimputable, dado que permanece internada en el pabellón psiquiátrico del penal de Ezeiza y aún no pudo ser indagada por la Justicia, informaron fuentes judiciales.
Angélica Soledad Gómez (48) se encuentra detenida acusada del "homicidio calificado por el vínculo" de su hija Sol Victoria Martínez Gómez (9), a quien atacó con un cuchillo el 11 de octubre entre dos autos estacionados en la calle Terrada al 200 de ese barrio porteño.
Fuentes judiciales informaron a Télam que por orden de la jueza en lo Criminal y Correccional 20, Laura Bruniard, Gómez será sometida desde hoy a una junta médica de expertos del Cuerpo Médico Forense que le realizarán distintas entrevistas y tests psicológicos y psiquiátricos.
El objetivo de esta evaluación integral es que los peritos puedan informar en el expediente, en el que también participa la fiscal Silvana Russi, si Gómez pudo o no comprender la criminalidad de su acto y dirigir sus acciones al momento del hecho. Si la junta médica concluye que la mujer es inimputable, la jueza deberá sobreseer a la acusada y dictar una medida de seguridad que la deje internada en caso de que sea peligrosa para sí o para terceros y, en caso contrario, la mujer podría ser juzgada por este homicidio calificado que tiene una pena de prisión perpetua.
"En los 21 días que pasaron desde el hecho, la imputada nunca pudo ser estabilizada y por lo tanto ni siquiera vino a prestar declaración indagatoria ante la jueza. Está detenida e internada en el Programa Interministerial de Salud Mental Argentino (Prisma) que funciona en el penal de Ezeiza para pacientes psiquiátricos", dijo a Télam un vocero judicial.
El juzgado ya tiene registrados por historia clínica o declaraciones testimoniales, un antecedente de internación psiquiátrica de Gómez por un cuadro de angustia, depresión y delirios, además de los graves problemas de visión que padecía, ya que tenía una enfermedad degenerativa en la retina y un tumor en el nervio óptico.
El esposo de Gómez, Alfredo Martínez, contó que los problemas de su mujer se agravaron con el suicidio en 2011 de su suegra, que durante años pidió ayuda en institutos de salud mental y que la última vez que llevó a su mujer al hospital Alvear de emergencias psiquiátricas, en el barrio de Paternal, le dijeron que debía quedar internada, aunque no había camas y además ella se opuso, por lo que se comprometió a tomar su medicación.
"Este es un caso donde todos los organismos de prevención del Estado no funcionaron pese a la señales de alarma", dijo a Télam otra fuente judicial."La mujer había denunciado a su marido por violencia doméstica. Luego, ante un aviso del colegio, por los hijos intervino el Consejo de Niñez, Adolescencia y Familia. Y finalmente, el esposo había llevado a su mujer a un hospital público donde dijeron que debía quedar internada y no pasó", detalló el vocero consultado.
El crimen fue perpetrado el 10 de octubre alrededor de las 20.30, cuando una niña fue encontrada asesinada entre dos autos estacionados en la calle Terrada al 200, a dos cuadras de la estación Flores. En pocos minutos y gracias a la colaboración de los vecinos, la madre de la víctima fue detenida deambulando a dos cuadras, en Yerbal y Condarco, por efectivos de la comisaría comunal 7.
La clave fueron una serie de videos de cámaras de seguridad de algunas casas de la cuadra donde se ve a la imputada Gómez llegar con su hija de la mano, meterse entre los dos autos con la nena y, más tarde, salir y alejarse sin la niña.
En la secuencia posterior de los videos, también se observa que la mujer arrimó a empujones los autos estacionados para evitar que se vea el cuerpo e incluso caminó hasta un contenedor donde tomó un cartón con el que luego cubrió el cadáver de su hija.
La autopsia confirmó que la niña murió degollada con un cuchillo que, según los vecinos, la propia acusada descartó y fue secuestrado en el jardín de una casa de Condarco y Yerbal.
Madre e hija vivían a ocho cuadras del sitio del homicidio, sobre la calle Granaderos 56, donde convivían con Alfredo Martínez, su marido y padre, respectivamente, que es el encargado del edificio, y con otros dos hijos varones. El hombre dijo a la prensa que más allá de los problemas psiquiátricos de su mujer, jamás pensó que fuera capaz de hacer lo que hizo y que el día del hecho no sospechó nada porque su esposa había salido con la niña "a comprar alfajores" en la panadería.
Fuente: Telam