lunes, 24 de agosto de 2015
13:18
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La adicción al consumo de sustancias psicoactivas –entre las cuales la principal es sin duda una legal: el alcohol, con un 10% de prevalencia entre la población adulta– o incluso, en algunas circunstancias, su uso excesivo eventual, son relevantes a la hora de evaluar el riesgo de sufrir un infarto o un accidente cerebrovascular (ACV).
Los médicos que tratan la hipertensión arterial (HTA) no solían preguntar por este tipo de hábitos, y menos aún a pacientes que no respondieran a los estereotipos sociales o prejuicios con que habitualmente se relaciona al consumo de drogas. Lo cierto es que, de esa manera, se pasa por alto un factor fundamental de riesgo para la persona: "Hoy estamos logrando que la pregunta por el consumo de alcohol o de drogas forme parte del interrogatorio que el médico tratante debe hacerle a cada paciente, porque está claro que eso tiene una incidencia directa en la presión arterial, y que por lo tanto debe ser tenido en cuenta de la misma manera que los valores habituales de presión, los antecedentes de diabetes, el peso, el colesterol, sus hábitos alimentarios o si fuma", sostuvo el doctor Fernando Filippini, presidente de la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial (SAHA), quien agregó que el abuso de sustancias "es un factor que suele extender el riesgo cardiovascular en la población hacia pacientes más jóvenes".
La relación entre el consumo de sustancias psicoactivas y los factores de riesgo cardiovascular fue uno de los temas debatidos en el último Congreso Argentino de Hipertensión Arterial, que contó con la presencia honorífica de uno de los mayores expertos mundiales en este tema: el médico argentino Juan Carlos Negrete, investigador en Psiquiatría, que reside desde hace muchos años en Canadá, donde es Profesor Emérito en la Universidad de McGill.
"Hay creencias en la población, y aun entre profesionales de la salud, que pueden conspirar contra un manejo clínico adecuado del paciente cardiovascular. Una de ellas es que el alcohol protege contra la enfermedad coronaria y los ACVs", explicó Negrete.
Los datos demuestran que, efectivamente, la morbi-mortalidad es menor en personas que consumen un máximo de una o dos unidades por día, "pero a partir de tres copas diarias o más, la curva asciende rápidamente".
"Otro mito tiene que ver con la imagen preconcebida que se puede tener sobre quién es un toxicómano: hay tendencia a no buscar el diagnóstico en personas que supuestamente no representan ese estereotipo, como por ejemplo gente de edad, mujeres, gente de clase social alta o gente de éxito", remarcó el especialista, que abordó en su exposición "los problemas más comunes de abuso de psicotóxicos que encuentra el médico que trata trastornos cardiovasculares".
Cuando el consumo de alcohol excede la moderación de las dos copas diarias -explicó Negrete- "existe una asociación lineal entre el número de tragos por día y la elevación de la presión arterial, y el estado de privación de un adicto alcohólico puede influir significativamente en la medición de la presión arterial", según fue evaluado en seguimientos como el Estudio Kaiser Permanente.
De acuerdo con un artículo publicado en los Fascículos de Actualización de la SAHA, entre un 5 y un 7% de los casos de HTA tienen su causa en el alcoholismo, con lo que su incidencia sería mayor que el resto de las hipertensiones secundarias. La relación entre consumo de alcohol y HTA, sin embargo, no deja de ser multifactorial y compleja: "Resultó directa y lineal en todos los estudios realizados y en diferentes poblaciones –señaló su autor, el doctor Claudio Bellido–. Sin embargo, es relevante que esta relación sea evaluada respecto a la presencia o no de otros factores de riesgo que puedan confundir al analizar los resultados como, por ejemplo, lo referente a la relación dieta saludable y consumo de alcohol".
Teniendo en cuenta que, según la Tercera Encuesta Nacional de Factores de Riesgo dada a conocer el año pasado por el Ministerio de Salud de la Nación, la HTA alcanza al 34% de la población adulta del país –en números redondos, unos 10 millones de personas–, el alcoholismo sería la potencial causa de la enfermedad en unos 700 mil argentinos.
Como síntesis, Negrete enfatizó que "no se puede tratar la hipertensión en una persona alcohólica sin corregir este último problema".