lunes, 1 de junio de 2015
18:03
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Si el cliente apaga el celular, le hacen un descuento. Es lo que prometen algunos restaurantes porteños, una idea que bien podría aplicarse en cualquier lugar del país para desalentar la dependencia del teléfono. Es la dieta digital.
En un restaurante del barrio porteño de Palermo, los comensales pueden dejar apagado su celular, beneficiarse con el descuento y disfrutar de la comida y de la compañía sin interrupciones, dejando el aparato en una pequeña caja de madera como las que en ese local ofician de centro de mesa.
"Mucha gente, mucha más de lo que esperábamos, adhiere a la propuesta”, asegura Luciano Combi, de Fifí Almacén. La buena receptividad ante estos empujoncitos que ayudan a desconectarse por un rato se refleja en que cada vez son más los restaurantes que ofrecen a cambio del celular off algún tipo de beneficio, señala un artículo publicado ayer en el diario La Nación.
Otros lugares para comer porteños, como el tradicional Club del Progreso y el de comida italiana La Baita, también ofrecen descuentos a quienes dejan el celular en la puerta (15% y 5%, respectivamente), mientras otros, como Monzú Pizzería Bar, compensan a quienes acceden a una transitoria dieta digital con algunas entradas gratis.
La iniciativa no es una idea made in Argentina: son numerosos los restaurantes de los Estados Unidos, Europa e incluso Asia que han adherido en los últimos años a la idea de premiar a los comensales que apagan sus celulares.
"Hoy, desde nuestro lugar, vemos que cambia un montón la dinámica de las mesas en las que comen con el celular apagado: no se sumergen en la pantalla y no les queda más remedio que conversar, concentrarse en la comida y en su compañero o compañera. Y eso está bueno”, cuenta Luciano, de Fifí Almacén.
Marcela reconoce que la presencia del celular en la mesa es una tentación inmensa para consultar mails de temas laborales: "Si tengo el celular prendido no me aguanto no ver los mails de trabajo, aunque sepa que en ese momento no voy a poder solucionar nada”, admite. "Teniendo chicos también es difícil no estar atenta al celular. Me cuesta apagarlo, aun cuando sé que dos horas de desconexión no es algo tan grave”, agrega.
En Monzú, al igual que en el Progreso y en La Baita, el celular ni siquiera llega a la mesa: quienes aceptan la propuesta deben dejarlo en manos del personal al ingresar, y luego solicitarlo a la salida. "A los clientes que aceptan la propuesta les devolvemos su celular cuando llega la pizza para que tomen una foto si quieren, ahora que está tan de moda, y después se lo retiramos nuevamente”, comenta Juan Manuel Marquina, propietario de Monzú.
¿Cómo reaccionan los comensales al descubrir que desconectarse por un rato tiene premio? "Además de comunicarlo por redes sociales, tenemos una persona en la puerta que se encarga de comentar a los clientes la opción”, explica Guido Bioli, de La Baita. "Al principio nos miran con extrañeza, no es habitual, pero después de entender la propuesta algunos aceptan la opción de dejarnos el teléfono”, añade.
El celular y, muy especialmente, su tentadora pantalla táctil, se ha convertido en un invitado (no siempre deseado) a la mesa familiar, sea en el hogar o fuera de este. "En la mayoría de las cenas en familia el celular está siempre presente, siempre encendido. Aunque hay que reconocer que no es sólo por los chicos, también es por los adultos. Y si está encendido, efectivamente lo miran, lo consultan, lo utilizan todo el tiempo”, sostiene Roxana Morduchowicz, doctora en comunicación y autora del libro "Los chicos y las pantallas”, que recomienda "acordar dentro de la familia no sólo las horas de uso de las pantallas, sino también los tiempos y momentos de utilización”.
Pero no son pocos los adictos a la hiperconectividad difíciles de convencer de los beneficios de desplazar la mirada y la atención hacia otras personas presentes ya no a través de la pantalla, sino en carne y hueso.