Sucedió en Junin, Buenos Aires. Su familia había denunciado la desaparición y los familiares habían hecho varias marchas pidiendo justicia ya que pensaban que lo habían asesinado. Sin embargo una noticia dio un giro de 180° en la causa y dejó a todos sorprendidos. El joven Jonatan Puente de 20 años estaba muerto pero como consecuencia de una inconciencia de él. Había querido entrar a robar por la chimenea de una casa ubicada en una quinta y había quedado atascado. Pasaron 25 días hasta que los dueño se dieron cuenta de que algo obstruía a la misma y era, ni más ni menos, que un cuerpo en descomposición.
La familia Aguiar, dueña de la quinta, había ocupado la casa un par de fines de semana en estos últimos 25 días y ya habían sentido feo olor y habían tirado desinfectante. Incluso, el fin de semana siguiente a la desaparición de Puente, los Aguiar detectaron que alguien había tratado de entrar porque se encontraron con los cables y alambres cortados y la mochila de, en ese momento, un desconocido. "No se preocuparon porque pensaron que había sido un intento de robo frustrado, ya que no había faltantes en la casa”, comentó uno de los investigadores.
Pero el último sábado, la hija de los dueños entró y se tuvo que ir porque el hedor era insoportable. Al otro día, su padre llegó a la casa y detectó que el olor llegaba de la chimenea, y así se encontró con un cadáver aprisionado. Un equipo de los Bomberos de Junín debió romper la pared interior del conducto de la chimenea para sacar el cuerpo, porque no había forma de alcanzarlo. Los investigadores del caso confirmaron a Clarín que Puente no pudo hacer demasiado por zafar de la situación: murió mirando hacia arriba, con un brazo extendido y el otro trabado, al costado del cuerpo.