Hazaña

Tyler Armstrong, el niño que subió el Aconcagua para concientizar sobre distrofia muscular

El niño de 9 años marcó un récord al ascender la montaña mendocina . Su compromiso con el Mal de Duchenne que afecta a tres amigos con los que sueña escalar.
sábado, 28 de diciembre de 2013 12:11
sábado, 28 de diciembre de 2013 12:11
Para saludar mira fijo a los ojos como un hombre, no titubea y aprieta la mano, pero la suavidad de sus manos denota que se trata de un niño de 9 años. Tyler Armstrong se convirtió en la persona más joven en hacer cumbre en el Aconcagua y acaba de bajar. "Nunca sentí miedo", dice y su sonrisa brilla, todavía, iluminada por la nieve del coloso más alto de América. 

Tyler celebró la Navidad en el pico de la montaña junto a su padre Kevin Armstrong, de 30 años, el sherpa Lhawang Dhondup, de 50, y guías locales. "Viví esto como una gran aventura -se da cuenta de la hazaña y se ríe-, como una locura, mejor. No deja de sorprenderme que de tantos millones de habitantes que hay en el mundo yo soy el más joven en subir", dijo a Diario Los Andes. 

Sus ojos se iluminan en un apart hotel de la calle Juan B. Justo cuando habla sobre el motivo que lo llevó a cometer esta "locura", usando la palabra que él eligió. "Las donaciones que recibimos están destinadas a "Cure Duchenne", cuenta. Se trata de una organización que concientiza sobre una forma de distrofia muscular que afecta a 300.000 niños en todo el mundo. 

El pequeño Tyler conoció el mal de Duchenne con tan sólo 7 años, cuando bajó de una de sus expediciones y se enteró que tres de sus amigos eran afectados por esta enfermedad. Desde ese momento se puso la meta de colaborar con lo que estuviera a su alcance. 

Por eso continuará escalando y juntando donaciones para colaborar y que "cuando exista la cura, ojalá, podamos subir juntos", desea. Su padre cuenta que el objetivo del niño es hacer cumbre en los 7 cerros más altos de cada continente. 

A Kevin, el orgullo que siente por el pequeño al que acompaña le brota por los poros. Miradas cómplices, palmaditas de hombro, sonrisas luminosas y con el Aconcagua en el alma, hombre y niño recuerdan a la mujer que dejaron en California y que los espera. "Es uruguaya, tiene los ojos entre azules y verdes", la describe su marido y cuenta que la tradición del mate aún no la adoptó pero sí la de los "buenos vinos".

"Yo creo que está orgullosa de mí- agrega el pequeño héroe- no sólo por lo que logré, sino también porque lo hago por una buena causa". 

La hazaña 

Tyler cambió una Navidad llena de regalos y copos de nieve en su país por una montaña y un verano en el fin del mundo, y no se arrepiente. Llega cansado al hotel, con sus mejillas que fueron blancas, coloradas, apoya una mochila verde en el piso y confiesa que está feliz. 

Tyler tuvo que obtener un permiso especial de la justicia mendocina para ascender al coloso de 6.962 metros de altura ya que la regulación actual sólo habilita a escalar a mayores de 18 años. 

Para que le concedieran el permiso Armstrong argumentó ante la Justicia que su hijo cuenta con la experiencia de haber escalado con él los montes Kilimanjaro (5.895 metros), en Tanzania, y el Whitney (4.421 metros), la cumbre más alta de EEUU. 

"Debido a las inminentes inclemencias del tiempo y después de una cuidadosa consideración, Tyler ha decidido con confianza subir. Como siempre, Tyler y su familia le agradecen enormemente a todos por su apoyo y oraciones. Aquí vamos, eso es todo", fue el último posteo en Facebook del padre de Kevin antes de subir. 

Ahora que ya están abajo, las miradas se centran en el próximo objetivo. Abrazados, saludan y se disponen a quitarse, sólo del cuerpo, el olor a Aconcagua.

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