En Kenya

Francisco admitió que en el Vaticano también existe corrupción

Allí lo escuchaba en primera fila el presidente Uhuru Kenyatta, que bailó e hizo el igue ("la ola", en swahili) junto a cientos miles de jóvenes antes de que llegara Francisco y desatara la euforia.
sábado, 28 de noviembre de 2015 17:22
sábado, 28 de noviembre de 2015 17:22
"No sólo en la política, en todas las instituciones, incluso en el Vaticano, hay casos de corrupción. La corrupción es algo que se nos mete adentro. Es como el azúcar, es dulce, nos gusta, es fácil y después terminamos mal y terminamos diabéticos o nuestro país termina diabético". Con acento porteño y mucha pasión, el Papa lanzó ayer, en el cierre de su visita a Kenya, una nueva arremetida contra este flagelo que sacude con fuerza varios países de África y de otras partes del mundo e incluso al propio Vaticano.

Aunque no es la primera vez que el Papa fustiga este "cáncer" que considera peor que un pecado, llamó la atención que subrayara que "hay casos de corrupción" en la sede de la Iglesia. Todavía es muy reciente el escándalo por el denominado VatiLeaks II, que determinó arrestos y el comienzo de un juicio penal bajo la cúpula de San Pedro debido a la filtración de documentos reservados.

Esos documentos, pedidos por Francisco no bien asumió, para tener una fotografía de la situación económico-financiera y hacer limpieza, terminaron en dos libros, Vía Crucis y Avaricia. Publicados en todo el mundo, los textos dejaron al descubierto justamente la corrupción, el nepotismo y otros males en el mismo centro del poder de la Iglesia.

Francisco evidentemente quiso lanzar dardos a algunos prelados de la curia romana. Y no quiso dejar de destacar que, incluso en lo que debería ser un poder espiritual, nadie es inmune a la tentación del dinero.

"Cada vez que aceptamos una coima y la metemos en el bolsillo destruimos nuestro corazón, destruimos nuestra personalidad y destruimos nuestra patria. ¡Por favor no le tomen el gusto a ese azúcar que se llama corrupción!", clamó ante 70.000 jóvenes congregados en el estadio Kasarani de esta ciudad.

Allí lo escuchaba en primera fila el presidente Uhuru Kenyatta, que bailó e hizo el igue ("la ola", en swahili) junto a cientos miles de jóvenes antes de que llegara Francisco y desatara la euforia.

Como ya hizo en otras oportunidades, el Papa no leyó el discurso que tenía preparado. Cuando dos jóvenes que dieron su testimonio le plantearon preguntas sobre diversos desafíos de Kenya -entre ellos, la corrupción-, Jorge Bergoglio contestó en su idioma materno, lo que mejor le sale, mientras el maltés Mark Myles, ya acostumbrado, hacía una traducción simultánea.

"Si no querés corrupción en tu corazón, en tu vida, en tu patria, ¡empezá vos! ¡Si no empezás vos, tampoco va a empezar el vecino!", arengó Francisco, que habló con pasión. "La corrupción nos roba la alegría, nos roba la paz. La persona corrupta no vive en paz", agregó. Y contó luego una anécdota de su pasado en Buenos Aires.

"Una vez en mi ciudad murió un hombre que todos sabían que era corrupto. Yo pregunté unos días después : «¿Cómo fue el funeral?». Y una señora con mucho buen humor me contestó: «Padre, no podían cerrar el cajón porque se quería llevar toda la plata que se había robado»", recordó, y conquistó a la multitud presente, que no paraba de aplaudirlo.

"Lo que robás con la corrupción va a quedar acá y lo va a usar otro", resumió.

Recordó luego a los "heridos" que deja la corrupción, como los chicos enfermos o con hambre "porque el dinero que era para ellos te lo quedaste vos", denunció. "¡Chicos y chicas, la corrupción no es un camino de vida, es un camino de muerte!", clamó.

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