Bolivia

Conmovedora historia del Hachiko boliviano, el perro que unió un barrio en Cochabamba

Una historia muy triste pero maravillosa que muestra el amor y fidelidad de un perro a su dueño. El animalito perdió a su dueño hace cinco años y todos los días lo espera sentado en el lugar dónde éste murió.
miércoles, 8 de enero de 2014 10:05
miércoles, 8 de enero de 2014 10:05
¿A quién no se le acongojó el corazón cuando vio la película que narra la historia de un perro japonés, que murió esperando el retorno de su amo, frente a una estación de trenes, de donde no se movió por nueve años? En Cochabamba existe una historia similar y la conmovedora fidelidad de un perro de raza criolla logró unir a vecinos y comerciantes de un barrio, en la zona noreste de la ciudad. 

Una vendedora de periódicos llamada Aida es la testigo principal de esta historia, desde el principio. Ella cuenta que hace cinco años, desde su puesto de trabajo en la jardinera de la avenida Papa Paulo y Aniceto Arce, solía ver a un perro correr todos los días detrás de una motocicleta conducida por un joven universitario que le gritaba que se fuera a casa. El can lo seguía unas dos cuadras y luego retornaba a su hogar. 

Una mañana, la motocicleta del universitario fue embestida por un taxi, enfrente del puesto de la vendedora de diarios. El perro aullaba, como clamando auxilio para su amo desvanecido en la calzada. Una ambulancia se llevó al joven, pero lamentablemente murió en el trayecto al hospital. Desde ese día y por los últimos cinco años, el perro se quedó en la jardinera de la avenida Papa Paulo casi Aniceto Arce, esperando el retorno de su dueño. 

La familia del universitario intentó llevárselo a casa, pero el can huyó y se niega a moverse del lugar donde murió su amo. Martha García, que ayuda en la venta de periódicos hace cuatro años, corrobora la historia y añade que varios vecinos intentaron convertir en su mascota a Hachiko, como lo bautizaron en la calle, pero él no se mueve. 

"Da pena porque llora por horas en la jardinera, unos turistas norteamericanos se enteraron de la historia en el mercado y querían llevárselo, pero como si supiera, Hachiko nunca se dejó agarrar”, narra. 

Comerciantes y vecinos se encariñaron con él, lo alimentan, le dan agua, se preocupan cuando se enferma y hace poco, cuando un vehículo lo golpeó lastimándole una de sus patas, regañaron al chofer e hicieron una colecta para llevarlo al veterinario. Todos están pendientes del perro y se ha convertido en parte de la vida, de la cotidianeidad del barrio. Ha hecho que los vecinos se conozcan mejor y que se tiendan lazos de solidaridad entre ellos. 

Los comerciantes del mercado Papa Paulo, situado a una cuadra de la intersección de las avenidas donde suele quedarse Hachiko, echan del lugar a los canes que pululan por allí en busca de comida, pero con el perro de ojos tristes tienen consideración. 

Las amas de casa le llevan pan y salchichas, pero a Hachiko le gusta el menú que le sirven en el frial Marcela, al lado del mercado. Todos los días a las ocho de la mañana, el dueño, Román Bilbao, le da un plato lleno de agua y cuellos de pollo crudo. 

El perrito bebe el agua, toma una presa y vuelve a la jardinera donde vio caer a su amo, para comer allí, como si no quisiera perderse el posible retorno de su dueño.

Más tarde, retorna por más comida y repite su rutina. Cuando ya está satisfecho, cruza hasta la esquina de la Papa Paulo y Aniceto Arce y aulla lastimeramente. Sus orejas llevan las huellas de los ataques de otros canes, tienen varias cortaduras y cicatrices. Pero lo que en verdad conmueve, a propios y extraños, es la tristeza de su mirada.

Hachiko original.
Un perro de raza Akita Inu, le fue regalado en 1924 al catedrático de Agricultura de la Universidad de Tokio, Eisaburo Ueno. El docente lo bautizó como Hachiko y ambos se amaban. Todos los días lo acompañaba hasta la estación de trenes de Shibuya cuando se iba a su trabajo y a las cinco de la tarde. lo recibía en el mismo lugar.

Esperó a su amo 9 años
El 21 de mayo de 1925 el catedrático sufrió un infarto mientras daba clases y murió. Por 9 años, hasta que falleció de cáncer, Hachiko se sentó frente a la estación de trenes de Shibuya a esperar a su amo y conmovió a su país. 

Tiene estatua en Japón
Le hicieron una estatua de bronce frente a la estación de trenes de Shibuya. Varias películas replicaron su historia, la última con Richard Gere, "Siempre a tu lado: Hachiko”. 

Fuente: opinion.com.bo

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