Jornada Mundial de los Jóvenes

El papa Francisco visita la favela Varginha en Río de Janeiro

Como lo hizo hace poco en Lampedusa, va al encuentro de los más necesitados. Esta vez es en un asentamiento de la ciudad brasileña, muy castigado por la violencia. Va fuertemente escoltado en su papamóvil. Una multitud lo aclama.
jueves, 25 de julio de 2013 11:11
jueves, 25 de julio de 2013 11:11
El pontífice visita la pequeña favela de Varginha, uno de los muchos barrios pobres de Río, azotados por la marginalidad social, la violencia y el narcotráfico.Comenzó recorriendo las calles en su papamóvil escoltado por una decena de guardias, mientras los habitantes le alcanzaban a sus niños para que fueran bendecidos.

Luego descendió caminando entre la gente mientras lucia una corona de flores de colores sobre su sotana blanca. Una multitud lo aguardaba, resguardándose de la lluvia con paraguas. Ésta no es una realidad nueva para el papa, quien, como arzobispo de Buenos Aires,dedicó mucho de su tiempo y energía a recorrer las periferias de la capital argentina: el entonces cardenal Jorge Bergoglio enviaba siempre a los mejores sacerdotes a los vecindarios más pobres y con ellos organizó una pastoral villera que se destacó y se destaca aún por su lucha para sacar a los jóvenes de la droga.

"Cuando venga a mi casa, besaré los pies del papa Francisco”, decía emocionada Amara Marinha, de 82 años, una de las vecinas cuyo humilde hogar fue elegido para la visita papal, en este barrio muy golpeado por la criminalidad, al punto que algunos lo llamaban"franja de Gaza”. Por lo menos así era, hasta enero de este año, cuando las autoridades lo incluyeron en su programa de pacificación.

 Antes de viajar a Lampedusa, la isla italiana que alberga a miles de inmigrantes norafricanos que huyen de la violencia y la miseria, el papa había exhortado a los católicos a ir a "las periferias geográficas y existenciales del mundo”.

Y si una realidad simboliza esas periferias es, sin dudas, la que representan las favelas o villas miserias que jalonan todas las grandes ciudades latinoamericanas, evidenciando que, pese al crecimiento económico de estos años, la justicia social es todavía una deuda.
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