viernes, 1 de noviembre de 2013
15:35
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La revista Current Biology de Norte América dio a conocer un interesante estudio que hecha luz sobre el significado del movimiento de la cola de los perros. Según un estudio los perros reconocen, y responden de manera distinta, cuando otros perros agitan la cola a la derecha o a la izquierda.
Según tradujo el sitio web de TN Noticias, el estudio muestra que los perros, al igual que los humanos, tienen un cerebro organizado de manera asimétrica en el cual la mitad derecha y la mitad izquierda cumplen funciones diferentes. Este descubrimiento expande la labor anterior de un equipo de investigadores italianos que encontró que los perros agitan la cola a la derecha cuando tienen emociones positivas, por ejemplo cuando ven a su dueño, y a la izquierda cuando tienen emociones negativas, como la presencia de un perro hostil.
El nuevo estudio descubrió que esa distinción en el movimiento de la cola también tiene un significado para los otros perros. Los investigadores mostraron a los perros videos de otros canes que movían la cola de manera asimétrica, a la derecha o a la izquierda, y observaron las reacciones. Cuando los perros veían a otro can moviendo la cola a la izquierda, su ritmo cardíaco aumentaba y parecían ansiosos. Cuando el movimiento de la cola era a la derecha, los perros observados permanecían relajados.
"La dirección de movimiento de la cola realmente importa y de una manera que corresponde a la activación hemisférica en el cerebro", dijo Giorgio Vallortigara, del Centro de Ciencias de la Mente y el Cerebro en la Universidad de Trento.
¿Y cuando se persiguen la cola?
Por otro lado, expertos de la Universidad de Helsinki, en Finlandia, hicieron un estudio que indica que la obsesión de los perros por perseguir su cola es una enfermedad mental que puede estar influida por factores ambientales, alimenticios, traumas de cachorro e incluso puede ser una problema genético. Este trastorno obsesivo compulsivo (TOC) perruno es muy similar al que sufren los humanos.
El estudio sondeo a varios canes y entre los hallazgos encontró que los perros más tímidos y miedosos a los fuertes ruidos eran presas más fáciles de la obsesión por perseguir el rabo.
