Cada 11 de septiembre, el Día del Maestro invita a rendir homenaje a esos pilares fundamentales que dedican su vida a iluminar mentes, inspirar corazones y forjar el futuro a través de la educación. Los maestros no solo imparten conocimientos, sino que también cultivan valores, despiertan pasiones y empoderan a sus estudiantes para alcanzar sus sueños.
Carina Vargas y Sabrina Saba, son dos destacadas docentes sanjuaninas que conocen de cerca el esfuerzo y la valentía. Ambas profesionales aseguraron que su pasión y amor por la docencia les permitió superar las duras pruebas que encontraron en su camino. Aunque pasaron algunos años desde que recibieron su título de docentes, siguen apostando por la profesión que las ayudó a seguir adelante durante momentos difíciles.
Sabrina Saba, mamá, emprendedora y docente, ha forjado un camino inspirador que refleja su dedicación y pasión por la educación y el bienestar de los demás. Sus primeros pasos en el ámbito educativo los dio como auxiliar docente en un Centro de Desarrollo Infantil, donde pronto se dio cuenta de que había encontrado su verdadera vocación. En 2015, Sabrina inició la carrera de Educación Especial y se comprometió a perfeccionarse día a día. En 2018, se recibió, asumió su primer cargo y, poco después, logró titularizar en una escuela de Rivadavia.
Originaria de Media Agua, Sabrina enfrentó el desafío de trasladarse a Rivadavia, lo que requería varias horas de viaje en colectivo. Se levantaba a las 5:30 de la mañana para llegar a la escuela donde trabajaba. Sin embargo, la vida le tenía una sorpresa reservada: la oportunidad de regresar al lugar que la vio nacer. Actualmente, trabaja en la Escuela de Educación Especial Cura Brochero, un regreso que para ella ha sido muy significativo.
Paralelamente a su labor en la escuela, Sabrina ha puesto en marcha un proyecto que también le apasiona: el Centro de Equinoterapia y Rehabilitación. "Soy una apasionada por trabajar con la discapacidad", afirmó Sabrina a Diario La Provincia SJ. Emocionada y con gran compromiso sostuvo: "la docencia sanó muchas heridas y me ayudó un montón. En lo personal, enfrenté muchas pérdidas, y todos me dicen que trabajo mucho, pero el trabajo es lo que me ayuda a seguir adelante".
En la actualidad, Sabrina trabaja en el turno tarde en la Escuela Cura Brochero y dedica el resto del día al Centro de Equinoterapia, con un gran equipo de profesionales. "Tengo gente que me apoya mucho y siempre está colaborando. Trabajamos con muchos chicos con discapacidad. Todo se fue dando poco a poco. Uno debe tener vocación y disfrutar lo que hace", sostuvo.
Sabrina guarda en su corazón cada momento vivido con sus alumnos. "Cada uno de ellos nos deja una enseñanza. Aprendemos día a día. A menudo, uno tiene una planificación, pero hay que adaptarse. Ellos nos muestran la vida de otra manera", compartió. Emocionada, recordó cómo los chicos que acompañó desde sus inicios como docente de apoyo ahora son sus alumnos tanto en la escuela como en el Centro de Equinoterapia. "Verlos crecer llena el alma y siempre se acuerdan de mí," expresó.
Un conmovedor mensaje de una madre de un alumno, que agradecía a Sabrina por cambiar la vida de su hijo y permitirle volver a la escuela, le recordó el impacto positivo de su trabajo. "Esas cosas emocionan. Reflejan que estamos haciendo las cosas bien y que ellos están creciendo", comentó con una voz llena de pasión.
La mujer es la única docente en su familia, donde su hermano es policía y su otra hermana es enfermera. Destacó que en Media Agua son pocas las docentes de Educación Especial. "Me llena el alma poder compartir esto con mis padres y hermanos. Trabajar por la inclusión es algo que me gusta mucho", afirmó. Añadió que, desde el año pasado, su vida ha cambiado significativamente tanto en lo personal como en lo profesional. "Siento que he crecido mucho. He pasado por muchos altos y bajos y ahora estoy disfrutando de lo que hago y estoy orgullosa de lo que he logrado", cerró.
Carina Vargas comenzó su carrera docente hace muchos años, pero en su momento decidió dedicar su tiempo por completo a su familia. Tras completar su formación, eligió no asumir inmediatamente la profesión para dedicarle el tiempo necesario a sus hijos hasta que alcanzaran la edad escolar.
Más tarde, dio sus primeros pasos en el Ministerio de Educación, en la Dirección de Educación Privada, donde se encargaba de la sala de registro de títulos. Sin embargo, una inesperada oportunidad cambió su vida por completo. Carina comenzó a trabajar como docente en la Escuela Aleluya y actualmente se desempeña en el Centro Vida Nueva, un anexo de la Escuela Aleluya que ofrece diversos proyectos a los jóvenes, como sublimación, cocina, carpintería, educación física, viveros, entre otros. Trabaja en el turno tarde y destacó que cocina por la mañana para tener todo listo para su familia antes de emprender su camino hacia el establecimiento. "Me pongo el delantal en la mañana y en la siesta el guardapolvo", comentó Carina.
Con nostalgia y emoción, Carina reflexionó sobre los muchos años que lleva trabajando en el establecimiento. A pesar de que aún le quedan algunos años para jubilarse, la idea de dejar su trabajo le causa angustia. "El saber que me tengo que jubilar en algún momento me causa angustia. Soy una bendecida de la vida por trabajar en lo que me gusta. Cuando a uno le gusta lo que hace, no cuesta. Todos los días voy con entusiasmo porque trabajar con personas con discapacidad es una bendición, amo lo que hago", expresó. Agregó que "cuando uno tiene pasión y amor por la profesión, todo se hace más llevadero".
Carina también mencionó que el gran amor que le tenía su amor a su sobrino fue lo que la llevó a tomar la decisión de apostar por la docencia. "Ese amor fue lo que me motivó a contribuir al bienestar de todos", señaló.
Orgullosa y emocionada, Carina destacó el valor de su grupo de padres. "Tenemos un grupo de padres hermosos. Debemos valorar eso. Muchos de nuestros jóvenes están insertados en el ámbito laboral. Tenemos chicos trabajando en EMICAR, en estaciones de servicio y en otros lugares. Muchos están en relación de dependencia, gracias al apoyo de sus padres", comentó.
A lo largo de sus años de trayectoria, Carina ha vivido muchas experiencias valiosas. "Hemos compartido con los jóvenes viajes, antes de la pandemia. En esos momentos, me posicioné como docente y mamá", subrayó. Atesora cada mensaje de agradecimiento de sus alumnos y padres, afirmando que "este trabajo no es rutinario y siempre deja ganas de seguir. Soy una enamorada de mi trabajo". Añadió que "ver el entusiasmo de los jóvenes en cada logro, lo mejor de ellos, me hace feliz cada vez que voy a trabajar. Tengo un grupo de directivos y docentes que acompañan; cuando se trabaja en equipo, todo es llevadero".
Finalmente, Carina resaltó que lleva 20 años en la institución y, paralelamente, ha desarrollado un exitoso emprendimiento de comidas para celíacos. Mirando hacia atrás, comentó que nada de esto hubiera sido posible sin el apoyo de su familia.