La docencia es una carrera que se elige por vocación, por amor a los alumnos, por el deseo de transmitir el conocimiento que uno tiene, pero por sobre todas las cosas, por ayudar a que cada chico se forme como hombre o mujer de bien. En el caso de las escuelas técnicas, el objetivo va mucho más allá, y consiste en brindarles a los estudiantes todas las herramientas para que en el futuro tengan una salida laboral asegurada.
Por eso y mucho más, un joven Juan Vicente Llopis decidió hace más años de los que le gustaría admitir, ponerse el guardapolvo e ingresar al aula, esta vez, como maestro. Había comenzado a estudiar ingeniería, pero por motivos de la vida tuvo que abandonar. Sin embargo, su formación en la Escuela Rogelio Boero había sembrado en él la semillita de la pasión por enseñar.
Habían transcurrido algunos años desde aquel primer día como profe cuando gracias a un amigo llegó una oportunidad única: la de dirigir su propia institución. Desde su creación las Misiones Monotécnicas circulaban por el país. “Circular” no es una forma de decir, ya que la principal característica que tenían era la de que se trasladaban de provincia en provincia buscando las localidades en las que había más chicos con ganas y necesidad de aprender oficios.
“Yo por entonces era el director de la actual EPET de Caucete en donde él trabajaba. Hablé con el inspector en jefe zonal y lo postulé. Juan se casó a comienzos de enero del 88, y cuando volvió de su luna de miel, le propuse el desafío de dirigir la Misión Monotécnica N° 14 que iba a llegar a San Juan. Al principio no quiso aceptar porque sentía que no estaba a la altura, pero yo estaba muy seguro de él y no busqué a nadie más. A los pocos días apareció por mi casa con su mujer y tomó el puesto. Creo que no quería saber nada, pero nosotros confiábamos en él y lo impulsamos. Nunca más se separó de su escuela amada”, contó a Diario La Provincia el Ex Director Roberto Gómez, entre risas.
Fue así como el 1 de junio de 1988 fue nombrado oficialmente como Director. Al principio se instaló junto al equipo que formó en 25 de Mayo, y gracias a los cambios en la normativa que le permitieron quedarse en el mismo lugar mientras tuviese alumnos, logró permanecer por doce años.
En la década del ‘90, a nivel nacional se comenzó a dejar de lado la educación técnica. Según recuerdan sus contemporáneos, Juan Vicente fue uno de los principales luchadores para que se conservara. “Siempre hemos sido reconocidos por tanto trabajo que hacemos por las Misiones, él es un defensor de las escuelas técnicas y de la formación profesional. En la época de Menem, se las quiso eliminar y fue Juan quien diseñó un proyecto con el que salvó la formación preprofesional de los alumnos y el puesto de muchos maestros”, recordó el Director de la Misión Monotécnica N° 44, Pedro Comerio.
Por su parte, el profesor Daniel Quiroga, con quien comparte actualmente la conducción del gremio de los docentes técnicos, también recordó lo sucedido. “Nos conocimos cuando fuimos delegados de AMET, de esto hace mucho más de 30 años. Es un gran defensor de la Educación Técnica como educación para el trabajo. Nunca bajó los brazos para poder mantener este tipo de educación, luchando contra viento y marea, contra ideologías contrarias que intentaron cerrarla. Él sabe que esta es una forma de sacar a mucha gente de la pobreza, con un oficio. Estuvimos peleándola juntos con otros amigos por muchos años”.
Doce generaciones venticinqueñas pasaron por esas aulas para aprender el oficio de carpintero hasta que llegó el inevitable traslado. El cambio trajo una oportunidad más cercana a su corazón, instalarse en el Medanito, a poca distancia de su casa natal y rodeado por los vecinos que lo vieron crecer.
Al principio compartió edificio con la Escuela Patricias Mendocinas, pero desde hace algunos años se puso en movimiento su gran sueño: comenzó la construcción de su propio establecimiento. Todavía no está terminado, faltan algunos detalles, pero los alumnos ya ocupan las aulas para aprender. No es necesario conocer mucho del oficio para darse cuenta de que está muy bien equipada, y los expertos en la materia aseguran que tienen máquinas que ni siquiera los mejores talleres de carpintería de la provincia poseen todavía. Es que gracias al esfuerzo continuo de Llopis presentando proyectos a nivel nacional y provincial poco a poco comenzaron a llegar las herramientas y los materiales para trabajar.
Más allá de su desempeño en la institución y en el gremio, quienes lo conocen bien resaltan su bondad y entrega. “Tengo miles de vivencias con él, algunas tristes y otras muy felices. Recuerdo cuando propuso y gestionó la llegada de las Aulas Móviles a San Juan. Pero más allá de eso, estoy a cargo de mi escuela gracias a que él, junto con el gremio, me recomendaron ante el Ministerio. Creo, sin dudas, que la mía es una de las mejores monotécnicas en la especialidad automotor y siempre le digo que hago las cosas bien para no defraudarlo. Me apoyo permanentemente en él cuando quiero realizar algo. Cada vez que hice algo nuevo invité a mi padre para que lo viera, pero hace 12 años él falleció y a partir de ahí, Juan ocupó su lugar. Cada vez que compré un auto nuevo, él fue el primero en manejarlo, es como si me diera la bendición”, sentenció Comerio.
La destacada carrera está a punto de terminar ya que en pocos días Llopis cumplirá 60 años y podrá comenzar con sus trámites de jubilación. Una pérdida para la educación, pero un merecido descanso para el hombre que sin dudas extrañará el olor de la viruta.
¡Feliz Día para él y para todos los directores de San Juan!