Semanas atrás, el arzobispo de San Juan de Cuyo, monseñor Jorge Lozano anticipó que la UCCuyo, en convenio con el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, comenzaría a medir la pobreza en San Juan. Este lunes se conoció el primer informe y los números evidenciaron el impacto del trabajo informal y de la desocupación en la provincia.
Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA e investigador del CONICET, manifestó en rueda de prensa que "son dos informes: uno se hizo en base a información oficial económica, del 2010 al 2023 con empleo, subempleo y desocupación, precariedad laboral y pobreza e indigencia. Estos datos surgieron de la Encuesta Permanente de Hogares de INDEC. Y en un segundo informe, con datos de la Escuesta de la Deuda Social Argentina sobre el Gran San Juan, analizando indigencia, pobreza y pobreza multidimensional para 2020- 2023. Es un balance de los últimos 20 años y de la pospandemia en Cuyo y el Gran San Juan en lo económico y ocupacional".
Cuyo perdió participación en la producción económica nacional desde hace 15 años, destacó el investigador y ello, impactó en San Juan pese a la incidencia minera. "Hoy se discute el tema minero pero desde el 2010 a la fecha hay una retracción económica que repercutió en el empleo en las tres subregiones (Cuyo) y en San Juan, aumentó la iformalidad laboral, la precarización y la subocupación. En San Juan no hubo tanto aumento del desempleo pero sí un crecimiento del microempleo precario y devino en aumento de pobreza. En la indigencia, en Gran San Juan, se pasó de 2 a 3% de indigencia a 6 a 7%, triplicando. En pobreza e indigencia se mantuvo en tasas estables salvo en 2023/2024 que hubo un salto en el primer trimestre de este año (58%) pero decayó en el segundo (49%)", explicó.
En conferencia de prensa, resaltó que en el Gran San Juan, la pobreza llegó al 43,5% de los hogares y al 49,1% de la población de pobreza, a nivel general. "Estamos estudiando las razones, ya que los datos son frescos. La economía logró recomponerse en el Gran San Juan y quizás también los salarios en lo público y lo privado", dijo.
Primeras conclusiones
"Durante el primer trimestre de este año fue un golpe más duro el que generó la devaluación. Si bien tendió a retraerse en el último periodo, en el segundo trimestre del año. La indigencia llegó a niveles muy altos, también en el primer trimestre y ha bajado, pero estamos hablando de niveles del 14%. Niveles que están por debajo, a pesar de los que están dándose a nivel nacional. Pero San Juan está teniendo niveles de pobreza importantes, fundamentalmente por un problema de empleo. La debilidad o la imposibilidad todavía de crear más y mejores empleos, sobre todo para los jóvenes. Hay muy baja tasa de desempleo en la provincia, pero su empleo precario se constituye en indicadores que marcan la imposibilidad de que una familia, a través del trabajo, logre salir de la pobreza. Entonces demanda programas sociales", detalló Salvia.
Y en ello, reafirmó que "los niveles de indigencia tienden a ser más bajos porque hay una gran cantidad de familias asistidas por programas sociales que complementan ingresos con changas y con trabajos eventuales. Pero que, en un contexto de recesión y de caída del consumo, también afecta y hace que haya menos de esos trabajos y por lo tanto, menos ingresos. Estamos en una crisis y todavía no salimos de la crisis".
En ello, destacó que "la salida de la crisis va a depender en cuanto no solo baje la inflación, sino que también se genere inversión y se demanden más y mejores trabajos. Ni siquiera entorno a una lluvia de inversiones mineras, sino fundamentalmente a cómo multiplicar pequeñas y medianas empresas que generan y demandan empleo y trabajo joven para las nuevas generaciones"
Sila Mugnani, investigadora de la Universidad Católica de Cuyo, marcó que "los niveles de pobreza aumentaron así como la falta de empleo. Está aumentando la informalidad en el empleo y, eso hace también que disminuyan los ingresos. Y como desde el punto de vista de tener en cuenta otras dimensiones: por ejemplo, los niveles educativos alcanzados o la falta de terminalidad educativa colabora a que también se pueda pagar menos, que los que contratan paguen menos. La informalidad crece para no pagar aportes y que los que contratan disminuyan sus costos".
"Lo que nosotros queremos destacar, más allá de la importancia que tiene el nivel de ingresos de la población, es esta mirada multidimensional. Es que pensemos que la pobreza no se soluciona solo mejorando los niveles de ingresos de la población. Es un problema mucho más profundo y que requiere de una mirada mucho más integral. Por eso hablamos de multidimensionalidad: de la necesidad de considerar todas estas dimensiones que tienen que ver con carencias básicas que está teniendo la población y que hacen que el nivel de déficit aumente anualmente", destacó la investigadora Marcela Rodríguez.