Opinión

Oportunidades

Hay momentos que no se pueden predecir y que cuestan entender. La economía consagra un cierto grado de imprevisibilidad.
domingo, 30 de junio de 2013 01:50
domingo, 30 de junio de 2013 01:50
Por: Raúl Moreno. Contador Público.MBA

Más de un tercio de las exportaciones argentinas las explican dos sectores de la economía: el complejo oleaginoso (soja, girasol, etc.) y el complejo cerealero (maíz, trigo, arroz y otros). Para los sanjuaninos hablar de soja (aunque en San Juan no tengamos una sola hectárea) ya es algo cotidiano, sin embargo hace unos años nadie conocía siquiera la palabra.

Su elevado precio fue incluso causa de conflictos, sino, recordemos la famosa resolución 125, que derivó en el conflicto entre el campo y el gobierno para ver cómo se distribuía la riqueza que tal fenómeno generaba.
La cotización de la soja aumentó por una serie de factores, pero básicamente fueron los grandes países emergentes (China e India) que alentaron la adopción de la soja dentro de la cadena de valor alimenticia.
Pero cuánto tiempo puede durar este fenómeno? y de qué dependerá su continuidad?

Otro ejemplo es el oro. Cuando hace un año parecía que el oro llegaba a los 2000 dólares por onza nadie siquiera soñaba con la pesadilla que está viviendo hoy el sector. Despidos, proyectos que se postergan, contratos que se aplazan y presupuestos que se recortan son la consecuencia de una caída estrepitosa del precio internacional del oro en poco tiempo. Las exportaciones de oro subieron casi un 100% en un año (entre 2009 y 2010), eran otros tiempos. Tal vez, el mundo hoy entiende que la economía se ha vuelto más previsible y no resulta necesario recurrir al oro como tabla de salvación.

Son simplemente oportunidades que no podemos predecir y que cuesta entender.
Hay un momento en la familia para tomar la foto familiar, donde todos gozan de buena salud, luego tal vez el abuelo se enferma, el tío no se siente bien y la foto soñada no es posible.
El vino, especialmente el vino común de mesa, fue una gran oportunidad para San Juan, sin embargo la catástrofe llegó, simplemente cuando la gente entendió que ya no era bueno acompañar sus almuerzos con un vaso de vino.

A qué quiero llegar con ésto?. Tan sólo invitarlos a reflexionar que la economía consagra un cierto grado de imprevisibilidad que no podemos explicar y que, al fin, es el ser humano el que sube o baja el pulgar.
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