






El 25 de enero de 2014, San Juan vivió uno de los episodios más dolorosos de su historia deportiva. Emanuel “Chino” Saldaño, un joven ciclista lleno de vida y promesas, perdió la vida en siniestro vial. Hoy, a 11 años, su memoria sigue viva, no solo en los recuerdos de los que lo amaron, sino también en el amor y la pasión por el ciclismo que continúan sus hijos, Juan Ignacio y Juan Martín.
La huella de “El Chino” se sigue sintiendo fuerte. Cada acción, cada pequeño gesto cotidiano de sus hijos refleja la esencia de Emanuel: su espíritu generoso, su incansable lucha y su amor por el deporte. El legado de este joven ciclista, que dejó una marca imborrable en el corazón de su familia y en el deporte sanjuanino, no se ha desvanecido con el paso de los años. Por el contrario, ha crecido y se ha fortalecido gracias a la Fundación Emanuel, que sigue adelante con su misión de ayudar a los más necesitados y fomentar los valores que él vivió.

“Siempre está presente en nuestros corazones, en todo momento”, expresó Lorena Saldaño, hermana del "Chino", a Diario La Provincia SJ. Para ellos, la memoria de Emanuel no es un recuerdo distante, sino una presencia cotidiana. “Nos hace recordar todo el tiempo en los chicos, en los dos. Los dos son iguales, en los gestos, en las cosas que hacen a diario, los vemos cómo estamos viviendo de nuevo a él”, subrayó. Juan Ignacio y Juan Martín son los "retoñitos" que dejó Emanuel, y aunque ya no esté físicamente, su esencia y su carácter siguen vivos en ellos.
La partida de Emanuel dejó un vacío, pero también la fuerza de seguir adelante, guiados por su ejemplo y el amor por lo que hizo: ser una persona solidaria, un buen padre y un gran deportista. Los chicos ahora están corriendo, y de alguna manera la vida de Emanuel vuelve a cobrar forma”, detalló la hermana del deportista a 11 años del fallecimiento del deportista.

La Fundación Emanuel fue una de las grandes respuestas al dolor de la pérdida. Desde su creación, hace ya 10 años, la fundación mantuvo firme en su objetivo de ayudar a quienes más lo necesitan, con un enfoque en la solidaridad y el deporte. “La tarea de ayudar y estar con la gente es algo muy gratificante para uno mismo también. Poder recordarlo de esa manera es algo muy bonito”, comentó.
La fundación trabaja principalmente en la zona de República del Líbano, en Villa Calandra, donde se realizan actividades sociales, como el merendero para los niños, que es llevado adelante por Lorena, mientras que el deporte, especialmente el ciclismo, se mantiene como el pilar central de la obra. La logística y los recursos, sin embargo, no son fáciles. “Es todo a pulmón. Esto demanda mucha parte económica. "Seguimos en carrera, marchando. Lo hacemos porque creemos en lo que hacemos y queremos ayudar a los chicos, al mismo tiempo que mantenemos vivo el espíritu de Emanuel", afirmó Lorena.

Deporte y fe: una combinación de valores
El ciclismo sigue siendo una de las grandes pasiones de la familia. Los hijos de Emanuel han seguido sus pasos, decididos a correr y mantener viva la historia de su padre. “Los chicos han decidido por sí mismos que quieren correr, que quieren ser ciclistas, y los apoyamos”,explicó con una sonrisa, la hermana del deportista.
La participación de los chicos en competencias es algo que llena de orgullo a la familia.
Pero la fundación también lleva un mensaje más allá del deporte: un mensaje de fe. “No lo hacemos políticamente, sino desde lo social. Llevamos el mensaje del Evangelio. Queremos que todos conozcan al Señor y encuentren un alimento espiritual en momentos difíciles”, explicó. Esa mezcla de fe, deporte y solidaridad es la esencia de la fundación que continúa el camino trazado por Emanuel.
Un lugar que conserva los recuerdos intactos del "Chino"
En la casa de los padres de Emanuel, donde los recuerdos de su vida se mantienen intactos, se conserva todas los los premios que consiguió. Las bicicletas que alguna vez fueron suyas, los recuerdos de su infancia y su vida como ciclista, se han convertido en una fuente constante de inspiración y recuerdo. “La casa nos quedó chica, pero ahí está todo de Emanuel, intacto, como lo dejamos. Ahora, los chicos también usan las bicicletas, y de alguna forma, estamos viviendo de nuevo la etapa de infancia y juventud de Emanuel a través de ellos”, aseguró.
Para la familia, ver a Juan Ignacio y Juan Martín seguir el camino del ciclismo es muy emocionante. "Juan Ignacio es el que más nos sorprende. Hace cosas espontáneas que nos recuerdan a Emanuel. Es como si él estuviera aquí, como si lo viviéramos nuevamente", contó.
Un legado de alegría y solidaridad
Emanuel dejó una huella que sigue marcando a todos los que lo conocieron. "Siempre decía que quería que lo recordaran con mucha alegría, que no lloraran, porque él vivió feliz", recuerdan sus familiares. La música, el ciclismo, su forma de contagiar energía positiva a los demás, son parte de lo que lo hacía especial. "Él era espontáneo, natural. La gente lo seguía, le pedía consejos, porque era alguien generoso, que siempre compartía lo que sabía. Todo lo que hacía lo hacía con mucha alegría", comentó.
Hoy, esa esencia sigue viva en los recuerdos de la familia y en el trabajo que realiza la fundación. "Él vivió rápido, pero hizo todo lo que pudo con sus piernas, y dejó todo en orden. Con sus hijos, con su casa, todo en su lugar. Vivió con pasión, y se fue dejando un legado que seguimos con amor y compromiso", cerró Lorena, hermana del ciclista.
El legado sigue
El legado de Emanuel es mucho más que una historia de ciclismo. Es una historia de fe, solidaridad, esfuerzo y, sobre todo, de amor. Hoy, su familia sigue adelante con su misión, apoyando a los más necesitados, guiando a los jóvenes a través del deporte y manteniendo vivos sus recuerdos a través de sus hijos y la fundación. Un legado que, aunque el tiempo pase, jamás se apagará.