Como si fuera la última carrera, en una tarde serena en San Juan. Allí estaban ellos pero esta vez no para correr sino para pedalear junto al sanjuanino más ganador del ciclismo hasta su última morada.
Pedaleros de todas las edades lo secundaron con lágrimas en los ojos, en silencio y con el dolor de una muerte que no se comprende. Muchos de los ciclistas lo conocían a Nico de las competencias, de haber celebrado sus logros y sabían de su sencillez, así como de su compromiso por ser cada vez mejor deportista.
Un largo pelotón siguió a Naranjo hasta el Cementerio San Miguel, previo recorrer por última vez las calles de su La Bebida querido. El silencio atravesó esa carrera marcada por el respeto, el cariño y un pesar por una muerte joven que enluta al deporte sanjuanino.
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