El termómetro marcó 34° pasada las 13. Un puñado de sanjuaninos, que no superaban los cien, aguardaban bajo el sol y pese al zonda la salida de alguno de los jugadores para sacarse fotos u obtener un autógrafo. Sin embargo nada de eso pasó y muchos decidieron volver a casa, con la cabeza baja y con alguna lágrima rodando por la mejilla.
Ése fue el caso de Matías, un niño de 12 años que en todo momento confió que iba a salir algún jugador para firmarle un papel y sobre todo sacarse una foto. En un momento logró pasar entre las rejas de las vallas y con una bandera bien envuelta en sus manos se acercó tímidamente hasta la puerta de entrada del hotel. Éstas se corrieron y logró caminar unos pasos hasta desaparecer de la visión de los sanjuaninos que estaba afuera. Pero fueron sólo unos segundos porque luego apareció con la cabeza baja y moviendo el dedo a la familia indicando que no... lo habían corrido los guardias desde el interior del hotel. El sueño de conocerlos se había vuelto a truncar.
Esa postal se repitió con un par de chicos más que motivados por lo que hizo Matias sintieron que tal vez ellos podían conseguir el tan anhelado autógrafo. Sin embargo el resultado fue el mismo... nada.
Afuera, pegados a las vallas, los sanjuaninos se cubrieron las cabezas con esas banderas o camisetas que habían llevado para ser autografiadas. Las botellitas de agua se repitieron en muchas manos pero no alcanzaban para saciar la sed que se acrecentaba a medida que pasaban las horas de espera.
En uno de los rincones, la peña de Independiente desplegó una bandera y muchas fanáticas con camisetas rojas aguardaron la salida de Sergio Kun Agüero, hecho que no se dio al menos hasta las 13.30.